Crítica:MÚSICA CLÁSICA

El espiritualismo sonoro de Tisné

El último programa de la ONE, encomendado a una figura musical atractiva y polifacetica, como es la de Pierre Colombo, nos deparó la ocasión de escuchar pentagramas de Antoine Tisné, un autor francés (Lourdes, 1932), insistentemente premiado y distiguido.Tisné, que residió en la Casa de Velázquez de Madrid, posee una formación amplia, una entidad cultural pluriforme y una sensibilidad más intensa que expansiva. Conocedor de cuanto se hace en la música actual, eligió hace tiempo su propio camino, que no es otro que el de la independencia. Aunque discípulo de Jean Rivier, su espiritualidad podrí...

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El último programa de la ONE, encomendado a una figura musical atractiva y polifacetica, como es la de Pierre Colombo, nos deparó la ocasión de escuchar pentagramas de Antoine Tisné, un autor francés (Lourdes, 1932), insistentemente premiado y distiguido.Tisné, que residió en la Casa de Velázquez de Madrid, posee una formación amplia, una entidad cultural pluriforme y una sensibilidad más intensa que expansiva. Conocedor de cuanto se hace en la música actual, eligió hace tiempo su propio camino, que no es otro que el de la independencia. Aunque discípulo de Jean Rivier, su espiritualidad podría relacionarse con la de Massiaen, Jolivet y Caplet, y su humanismo con el de un Roland Manuel.

Orquesta Nacional de España

Director Pierre Colombo. Solistas: Jean Pierre Dupuy y, Sonia Stenhammar. Obras de Lalande, Tisné, Turina y Ravel.Teatro Real de Madrid, 2, 3 y 4 de Marzo de 1984.

El concierto Número 3 para piano y orquesta, compuesto hace veinte años, es una partitura sólida, de excelente artesanía, y de contenido lírico y emocional. Al mismo tiempo, aunque anterior a otras actitudes evolutivas del músico, el concierto me parece representativo de una personalidad casi des conocida en Madrid.

Desde el punto de vista de la imaginación sonora, Tisné busca siempre nuevas combinaciones y matices de color que, inmediatamente, quedan integradas en el total formal, bien cuidado en todo momento, y frecuentemente vienen a sustituir lo que antiguamente se llamaba inspiración melódica.

Aun tratándose una partitura de gran aliento, el músico ejerce sus instintivas facultades de moderación. Si un Dutilleux no teme llegar a lo agresivo, Tisné, al obedecer a sentimientos de la misma especie, procura velarlos un tanto, difuminar las líneas y contornos más duros.

El pianista Dupuy tocó la obra, de grandes dificultades, con exacta comprensión y fácil virtuosismo. Es intérprete, creador e imaginativo, lo que mejor puede desear cualquier autor y si es de las características de Tisné.

Colombo trabajó con afán en el montaje del concierto y seleccionó páginas de Lalande y Mauricio Ravel (Sinfonías para las cenas del rey y Ma mère l'oye), y colaboró con la soprano sueca, discípula en Barcelona de Conchita Badía, Sonia Stenhammar, que, al protagonizar el Canto a Sevilla, de Turina, demostró, antes que otra cosa, su amor por lo español. Hubo en casi todo el concierto un notorio desequilibrio entre las excelentes intenciones y los resultados, pero pudimos escuchar una obra fuera de lo habitual y altamente interesante.

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