Crítica:

La emoción directa del Mozart religioso

Orfeón Donostiarra y Orquesta Nacional

Director del coro: A. Ayestarán. Director: Jesús López Cobos. Solistas: Edith Mathis, Linda Finnie, Werner Holweg y Harald Stamm. Organista: Purificación Ríos.



Teatro Real.
Madrid. 17, 18 y 19 de febrero.



El Orfeón Donostiarra y la Orquesta Nacional, su director Jesús López Cobos y un cuarteto solista de primer orden lograron en el teatro Real una tarde mozartiana de calidad muy superior a la habitual entre nosotros. Bien sabemos que nuestras agrupaciones sinfónicas no se han templado con los clási...

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Orfeón Donostiarra y Orquesta Nacional

Director del coro: A. Ayestarán. Director: Jesús López Cobos. Solistas: Edith Mathis, Linda Finnie, Werner Holweg y Harald Stamm. Organista: Purificación Ríos.

Teatro Real. Madrid. 17, 18 y 19 de febrero.

El Orfeón Donostiarra y la Orquesta Nacional, su director Jesús López Cobos y un cuarteto solista de primer orden lograron en el teatro Real una tarde mozartiana de calidad muy superior a la habitual entre nosotros. Bien sabemos que nuestras agrupaciones sinfónicas no se han templado con los clásicos, sino en la pasión del gran sinfonismo romántico. De ahí que una jornada mozartiana, con las Vesperae solennes de confessore, K. 339 y el bello y siempre problemático Réquiem, K. 626, encerrase muchas dificultades.Jesús López Cobos posee la virtud de aprovechar al máximo el tiempo de ensayo disponible, a lo que le ayuda, aparte la técnica gestual, la seguridad previa de los conceptos. Sabe bien lo que quiere, por qué lo quiere y cómo conseguirlo. Aún más: a pesar del éxito grande y de los juicios justamente favorables, López Cobos conoce y asegura que los niveles de calidad aumentarán en el futuro y que la labor de un director frente a una orquesta no es magia de un día, sino tesón largamente continuado.

Por el momento, bueno es anotar la belleza transparente, la frescura sonora, la sencillez expositiva ("Mozart sabía que hablaba con los demás de hombre a hombre", escribe Massimo Mila) y la emoción directa con que nos llegaron las Vísperas. En el Réquiem las cosas son distintas. Dejando la cuestión de hasta qué punto se trata de una página auténticamente mozartiana, nos situamos frente a problemas diversos en lo técnico -con la riqueza contrapuntística de la escritura- y en lo ideológico: el pathos romántico llama a la puerta de la música europea con su talante misterioso. El Dies irae, por cuanto tiene de auténtica dramaticidad y asunción de valores teatrales es ya anticipado romanticismo.

La soprano Edith Mathis, la mezzo Linda Finnie, el tenor Werner Hollweg y el bajo Harald Stamm hicieron una labor admirable, tanto como sugiere el prestigio de sus nombres. El magnífico Orfeón Donostiarra supo flexibilizar su vigoroso sonido colectivo, bien trabajado por Antxon Ayestarán y, en definitiva, por López Cobos (no olvidemos que los comienzos de su carrera fueron de director coral), que nos dio acaso el mejor concierto de la Orquesta Nacional de España en lo que va de temporada. No habrá que insistir, con lo escrito, en las dimensiones de un triunfo en el que todos participaron por igual como artífices de una obra colectiva y bien equilibrada.

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