El despacho con los obispos, un asunto de Alfonso Guerra

Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, lleva muy directamente las relaciones del Ejecutivo con la Iglesia católica, que no han tenido hasta el momento presente la fluidez necesaria porque, en opinión de medios eclesiales, además de que Guerra no conoce los asuntos que trata con los obispos, éstos cometieron el error de no querer dialogar con los socialistas antes de que llegaran al gobierno.La jubilación del cardenal Tarancón ha supuesto la rotura del hilo conductor. Pese a ello ni la despenalización del aborto, ni la oposición a la ley de Educación, ni la guerra de los catecismos...

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Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno, lleva muy directamente las relaciones del Ejecutivo con la Iglesia católica, que no han tenido hasta el momento presente la fluidez necesaria porque, en opinión de medios eclesiales, además de que Guerra no conoce los asuntos que trata con los obispos, éstos cometieron el error de no querer dialogar con los socialistas antes de que llegaran al gobierno.La jubilación del cardenal Tarancón ha supuesto la rotura del hilo conductor. Pese a ello ni la despenalización del aborto, ni la oposición a la ley de Educación, ni la guerra de los catecismos han provocado enfrentamientos Gobierno-Conferencia Episcopal más allá de lo que era previsible. En noviembre Felipe González fue cordialmente recibido por el Papa y los máximos responsables de la Curia romana.

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Los obispos están insatisfechos porque si bien opinan de Guerra que es "simpático, tratable y fino" en sus procedimientos, no sabe una palabra de lo que negocia. A pesar de la presencia de Fernando Ledesma, ministro de Justicia, y José María Maravall, de Educación, en la comisión mixta Gobierno-obispos, las negociaciones no dan resultados porque no se estudian a fondo los ternas. Fuentes gubernamentales estiman que el sistema que se sigue, seis equipos de trabajo que convergen en la comisión técnica, que es el filtro para llevar los temas a la comisión mixta, es el más adecuado y de él se esperan resultados satisfactorios.

El hilo conductor de las relaciones Iglesia-Estado quedó roto antes de la subida al poder de los socialistas, y el distanciamiento se ha hecho más notable con la desaparición del equipo de Tarancón. En estos momentos hay en marcha alguna operación de cara a producir un nuevo acercamiento para que el desarrollo de los acuerdos que sustituyeron al Concordato pueda realizarse sin grandes tensiones.

Un tema pendiente, de gran trascendencia para las relaciones, está basado en la aplicación del acuerdo económico. La financiación de la Iglesia está establecida en tres fases. El plazo de consignación presupuestaria( ayuda directa) se cumplió el pasado 1 de enero. El Gobierno no ha dado aún ningún paso para pasar a la segunda fase. A partir de ahora podría establecerse el sistema de asignación tributaria a través de la declaración sobre el impuesto de las personas físicas. Esta fórmula, entendida por algunos como no constitucional, porque ello supone la declaración pública de sus creencias, tendría la vigencia necesaria para entrar en la tercera fase, que supone la autofinanciación de la Iglesia.

Los sobispos no están dispuestos, por ahora, a denunciar el pacto. El tema no figura siquiera en los trabajos de las comisiones encargadas de desarrollar los acuerdos. Desde el punto de vista gubernamental, se han alcanzado logros positivos, como la integración de los religiosos en la Seguridad Social y la atención religiosa que dedica Televisión Española, que, en concreto, en la pasada Semana Santa tuvo un minutaje superior al de 1982, con UCD en el Gobierno.

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