'POP'

Un sonido sin herencia

Uno de los hechos más notables que se producen de cuando en cuando en diferentes mundillos del espectáculo, es la deserción sincronizada de los públicos. El pasado viernes, ni la sala Rock Ola con sus ingleses Spear of Destiny, ni la Corasol con los españoles Números Rojos, tuvieron sus llenos más boyantes. Cierto es que al mismo tiempo tocaba Iron Maiden, pero esto ni el duro condicionante del fin del mes explican de forma cabal tamaña unanimidad en las audiencias.Pero los misterios de los comportamientos masivos no pueden afectar a alguna nueva música como la que británicos y españoles mostr...

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Uno de los hechos más notables que se producen de cuando en cuando en diferentes mundillos del espectáculo, es la deserción sincronizada de los públicos. El pasado viernes, ni la sala Rock Ola con sus ingleses Spear of Destiny, ni la Corasol con los españoles Números Rojos, tuvieron sus llenos más boyantes. Cierto es que al mismo tiempo tocaba Iron Maiden, pero esto ni el duro condicionante del fin del mes explican de forma cabal tamaña unanimidad en las audiencias.Pero los misterios de los comportamientos masivos no pueden afectar a alguna nueva música como la que británicos y españoles mostraron sobre uno y otro escenarios.

Se trata, más o menos, del equivalente, concentrado, resumido y puesto al día de un período de música que abarca el comienzo de la Velvet Underground y el final de King Crimson. En los sesenta-setenta la mejor música, o al menos a más interesante, era precisamente ésta. Marginal pero con reresentantes esplendorosos como los mismos King Crimson o Brian Eno. Con gentes oscuras y locas tipo Van der Graaf Generator o Henry Cow, genios antiestrellas como Robert Wyatt. Americanos como Captain Beef Hart, alemanes como Can, franceses como Magma... Entonces fue poco conocida, hoy es una reliquia.

Pero hay ciclos históricos que se equivalen y así gentes de ahora como Psychedelic Furs o Siouxsie, a base de decir cosas parecidas, acaban teniendo relación formal con aquellos grupos.

En el caso de Números Rojos lo que sucede es el encuentro con un sonido sugerente y algo neurótico, una buena inteligencia para crear climax instrumentales, y una formación (con saxo) interesante. Les falta hacer menos amogollonado dicho sonido, tocar y cantar mejor y, sobre todo, canciones de aquellas que te raptan el alma. Algo parecido a lo que le sucedía a Spear of Destiny, sólo que en este último caso los grupos de escenario se utilizan con gran soltura y los instrumentistas eran mejores. Aunque puestos a elegir entre un grupo de segunda inglés y una promesa española, uno siente cierta querencia hacía esta última. Sobre todo si, como es el caso, parecen creérselo más que los foráneos.

De todas formas, la próxima semana habrá dos conciertos de uno de los mejores representantes de esta onda. Se trata de John Foxx, líder de los primeros Ultravox y que hace su presentación en solitario en Madrid. Será cuestión de ver, oir y aprender.

Por otra parte, Iron Maiden y Michael Schenker, dos luminarias del heavy metal internacional, lograron llenar ayer y anteayer el pabellón de deportes del Real Madrid. Tanto Michael Schenker, antiguo jefe de filas del grupo alemán Scorpions, como Iron Maiden, cuyo cantante es muy amigo de nuestros Barones Rojos, machacaron su música como es habitual: más finura por parte del alemán y más gritona en el caso de la dama de hierro.

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