Crítica:Concierto en un templo barroco

La música coral de Ferrara, en una iglesia de Leganés

Academia Vittore Veneziani.

Director: Pierluigi Calessi. Obras de Berchem, Luca Marenzio, Des Près, Azaiollo, Ingegneri, Monteverdi, Victoria, Mozart, Kodaly, Stravinski y Calessi.

Iglesia de San Salvador (Leganés), 28 de octubre.

Bajo el patrocinio de la embajada italiana, la Academia Coral Vittore Veneziani, de la ciudad de Ferrara, realiza un viaje artístico por España. El viernes actuó en la iglesia barroca de San Salvador, en Leganés (Madrid), ante el bellísimo retablo churrigueresco que enmarca un excelente lienzo dieciochesco de Leonardini.

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Academia Vittore Veneziani.

Director: Pierluigi Calessi. Obras de Berchem, Luca Marenzio, Des Près, Azaiollo, Ingegneri, Monteverdi, Victoria, Mozart, Kodaly, Stravinski y Calessi.

Iglesia de San Salvador (Leganés), 28 de octubre.

Bajo el patrocinio de la embajada italiana, la Academia Coral Vittore Veneziani, de la ciudad de Ferrara, realiza un viaje artístico por España. El viernes actuó en la iglesia barroca de San Salvador, en Leganés (Madrid), ante el bellísimo retablo churrigueresco que enmarca un excelente lienzo dieciochesco de Leonardini.

Ante un público especialmente interesado, los 50 cantores ferrarenses desplegaron parte de su repertorio y justificaron el renombre internacional de la academia, fundada hace casi 30 años por el maestro Veneziani al finalizar su largo trabajo como director coral de la Scala de Milán. Actualmente dirige la agrupación el maestro Pierluigi Calessi, profesor en el conservatorio de la villa de los Finzi Contini y compositor muy sensible, como lo demostró a través de su bien escrita y madrigalesca página Il lumino verde.

Dentro de su variedad y casi exclusiva dedicación a polifonía religiosa y profana del siglo XVI (salvo las obras de Mozart, Stravinski, Kodaly y Calessi), el programa se mostró fiel a las espléndidas tradiciones musicales de Ferrara: allí fue organista el flamenco Berchem durante su servicio a la Casa de Este, quien legó una musicalización del Orlando de Aristo; en Ferrara residió y trabajó Luca Marenzio, nacido cerca de Brescia, uno de los grandes genios del madrigal, lo mismo que el inmenso Josquin des Près, cuya deliciosa obrita El pillo es buen cantor abona el estilo madrigalesco y popular que, en formulaciones muy simples y directas, encontramos en las Villote del fiore, del boloñés Filippo Azaiollo.

En el responsorio Tenebrae factae sunt, Marco Antonio Ingegneri justifica su magisterio sobre Claudio Monteverdi, presente en la selección con el transido Lasciatemi morire. En cuanto a las versiones del español Tomás Luis de Victoria tuvieron la gran virtud de su pureza, lejana de cualquier tentación retórica, pero acaso respondieron a un espíritu demasiado romano: fueron más arquitectónicas y esculturales que imagineras y pictóricas.

El misticismo humanista del músico abulense me parece muy identificado con el dramatismo del claroscuro zurbaranesco o con las imágenes de la escuela castellana, sufrientes, rítmicas, gestuales y austeramente cromáticas. Son matices o diversidades de interpretación, que no juicios valorativos. Éstos han de ser forzosamente elogiosos para una formación como la ferrarense, perfectamente afinada, en posesión de una estupenda técnica de impostación colectiva y de un hondo conocimiento de los diversos estilos.

En cuanto al concierto mismo, en un recinto que es, a la vez, rincón y centro de un conjunto superpoblado como Leganés, vale la pena resaltar lo necesario de estas actividades descentralizadas

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