Un catálogo de buenos propósitos

Casi nadie pone ya en duda que sin el grupo Contadora hace tiempo que hubiera estallado la guerra en Centroamérica. En varias ocasiones, los ejércitos de Honduras y Nicaragua alinearon sus pertrechos bélicos sobre la frontera común, pero se logró detener la amenaza. Sólo por esto los Gobiernos de Colombia, México, Panamá y Venezuela merecen el reconocimiento internacional.Haber impedido una guerra regional no significa, sin embargo, que se haya logrado la paz. En este sentido, los logros son bastante magros. Nueve meses ha costado poner de acuerdo a los cinco países centroamericanos...

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Casi nadie pone ya en duda que sin el grupo Contadora hace tiempo que hubiera estallado la guerra en Centroamérica. En varias ocasiones, los ejércitos de Honduras y Nicaragua alinearon sus pertrechos bélicos sobre la frontera común, pero se logró detener la amenaza. Sólo por esto los Gobiernos de Colombia, México, Panamá y Venezuela merecen el reconocimiento internacional.Haber impedido una guerra regional no significa, sin embargo, que se haya logrado la paz. En este sentido, los logros son bastante magros. Nueve meses ha costado poner de acuerdo a los cinco países centroamericanos sobre un documento de objetivos que no es otra cosa que un catálogo de buenos propósitos.

Frenar la carrera armamentista, eliminar las bases extranjeras, sacar a los asesores militares, no desestabilizar otros Estados, impedir que se use el territorio propio para atacar a otros Gobiernos, respetar el pluralismo, garantizar la democracia interna..., éstas son las tablas de la ley. Nadie las ha rechazado porque nadie quiere representar el papel del villano. Pero este inventario de buenas intenciones tiene que materializarse en tratados bilaterales o multilaterales. La negociación empieza ahora y promete ser dura, porque inevitablemente se van a destapar todos los intereses extrarregionales (de EE UU y Cuba, principalmente) que están en juego.

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Hasta ahora, la paz era un bello objetivo que nadie podía rechazar. Las cosas serán distintas cuando Honduras tenga que desmantelar las instalaciones norteamericanas y Nicaragua deba desprenderse de sus asesores cubanos. En los últimos meses se ha avanzado justamente en dirección contraria a la que señala el documento de Contadora: las fronteras nicaragüenses casi se borraron por la continua penetración de grupos armados, la presencia militar estadounidense en Honduras se multiplicó, los sandinistas hablan abiertamente de adquirir aviones de combate y el terrorismo se convirtió en arma común entre los Estados. Es hora de desactivar esa bomba que hoy es Centroamérica. Más que nunca Contadora necesita el apoyo del mundo.

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