LAS VENTAS

Hay cosecha y es muy buena

La siembra de la Escuela de Tauromaquia ya ha ido dando frutos y tiene en circulación novilleros punteros, matadores de cartel, aspirantes con ilusión de seguir sus pasos. Pero la última cosecha aún puede resultar mejor; desde luego es muy buena.Ahora es preciso que la dejan madurar, y aún así, necesitará suerte. En el planeta de los toros los procesos de maduración son muy difíciles, porque la transformación de un becerrista en figura constituye un laborioso proceso que ha de discurrir por complicados alambiques y salvar obstáculos, el menor de los cuales no es la escasa sensibilidad de l...

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La siembra de la Escuela de Tauromaquia ya ha ido dando frutos y tiene en circulación novilleros punteros, matadores de cartel, aspirantes con ilusión de seguir sus pasos. Pero la última cosecha aún puede resultar mejor; desde luego es muy buena.Ahora es preciso que la dejan madurar, y aún así, necesitará suerte. En el planeta de los toros los procesos de maduración son muy difíciles, porque la transformación de un becerrista en figura constituye un laborioso proceso que ha de discurrir por complicados alambiques y salvar obstáculos, el menor de los cuales no es la escasa sensibilidad de los propios taurinos profesionales.

Ayer, por ejemplo, mientras vivíamos en Las Ventas la delicia del toreo asombrosamente técnico, dentro del más estricto clasicismo, pletórico de torería, que interpretaban tres chavalines de la Escuela de Tauromaquia, algún taurino había por el tendido que profetizaba su ruina, simplemente por esta pintoresca unidad de medida que utilizan los de su especie: "No han puesto la plaza a revientacalderas"

Plaza de Las Ventas

21 de julio.Erales de La Laguna, con casta. José Luis Bote. Pinchazo y estocada caída (vuelta). Estocada (oreja). José María de la Llana. Estocada (oreja). Pinchazo y bajonazo recibiendo (ovación y salida al tercio). El Fundi. Dos pinchazos, seis descabellos -aviso-y dos descabellos más (ovación). Estocada y cuatro descabellos (oreja y vuelta a hombros).

Lo cierto es que era difícil que así sucediera, pues no toreaban para la galería, sino para aficionados, y de estos había pocos. Se echaba de menos a los que habitualmente acuden al coso en festejos de mayor fuste -por ejemplo, a ver a Antoñete-, mientras abundaba gente que estaba allí como podría haber ido a la pradera, mirando sin ver y, por tanto, sin capacidad de reacción cuando cualquiera de los chiquillos resolvía las suertes con oficio e incluso con genialidad.

Estos detalles caros, que en sevillanía diríamos pellizco, suscitaban un ole acá, dos acullá; apenas nada para lo que merecían los toreritos, nada en absoluto para lo brillante que pudo ser la atardecida taurina de contar con una afición auténtica, pues su entusiasmo habría caldeado el ambiente. Daba la vuelta al ruedo José María de la Llana, y la espera de Bote y Fundi recostados en tablas, el capote delante, era una estampa sepía de añejas tauromaquias; tal que ellos están en cualquier página de revista antigua las cuadrillas de niños sevillanos, o Manolo y Pepote Bienvenida, que a tierna edad vistieron de luces.

La apostura de los tres, su colocación, sus intervenciones en banderillas, derramaban aromas diriciles de aspirar cuando actúan los mayores en cualquier feria. Pero también admiraban el conocimiento del toro y sus terrenos, el acabado manejo de los engaños, el valor y la ambición de triunfo. Y, sobre todo, el repertorio. Verónicas en distintas versiones, con sus medias y revoleras; navarras, gaoneras, lances de frente por detrás, tíjerillas, faroles, brega; todo esto y mucho más exhibieron los alumnos de la escuela con el capote. Hicieron faenas de muleta valientes, bien construidas, variadas. Alguna vez perdían el ritmo del temple o equivocaban la técnica, mas con eso contábamos, con la imperfección, pues otra cosa habría sido milagro.

Bote dominó al más grande y difícil novillo; Llana es de un aplomo impresionante; Fundi, un chiquilín con casta indomable que hacía vibrar al público, y si las suertes no le salían bien renunciaba a recibir los aplausos. Cuando le paseaban a hombros, iba llorando, con hipo y todo, y sólo porque había tenido que descabellar cuatro veces. La siembra de la Escuela Taurina ha dado esta excelente cosecha. Seria pecado no cuidarla.

Reaparece Victoriano de la Serna

La empresa de Las Ventas anuncia para el próximo domingo una interesante corrida de toros, en la que reaparece Victoriano de la Serna, veterano diestro, hijo del famoso matador del mismo nombre, que falleció hace pocos años. Alternará con el mexicano Armillita Chico -también hijo de otro clásico del toreo- y con Pepín Jiménez, el cual sustituye a Pepe Luis Vargas. Los toros pertenecen a la ganadería de Núñez hermanos. El lunes habrá novillada en Las Ventas, con reses de Villagodio, para Pascual Gómez Jaén, El Porteño y Manolo Tirado.

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