Las razones del miedo

El miedo en Europa a. una intervención militar directa de Estados Unidos en Nicaragua y/o El Salvador rampa velozmente.Este miedo coincide con el progresivo distanciamiento del Departamento de Estado norteamericano del tratamiento de los asuntos de esta zona, que pasan, a ser pilotados directamente por la Casa Blanca, tan en sintonía con el Pentágono.

Se argüirá, con cierto fundamento, que la gira continuada de Richard Stone por la zona muestra que Washington no desea aplicar solo fórmulas militares, ni cerrar las salidas políticas al conflicto, pero muchos temen que la gestión del envi...

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El miedo en Europa a. una intervención militar directa de Estados Unidos en Nicaragua y/o El Salvador rampa velozmente.Este miedo coincide con el progresivo distanciamiento del Departamento de Estado norteamericano del tratamiento de los asuntos de esta zona, que pasan, a ser pilotados directamente por la Casa Blanca, tan en sintonía con el Pentágono.

Se argüirá, con cierto fundamento, que la gira continuada de Richard Stone por la zona muestra que Washington no desea aplicar solo fórmulas militares, ni cerrar las salidas políticas al conflicto, pero muchos temen que la gestión del enviado especial de Ronald Reagan solo sirva para camuflar el ya decidido rumbo militar de los designios de Washington para el área.

De confirmarse los pronósticos más pesimistas, la plenitud del enfrentamiento centroamericano va a coincidir, precisamente, con el despliegue de los misiles norteamericanos en Europa.

Ambas cuestiones colocan a Europa en una posición sumamente difícil.

Si Estados Unidos se involucra militarmente del todo en la zona, como parecen indicar, las cancillerías europeas pueden pensarse a sí mismas como objeto de eventuales represalias soviéticas, atizadas éstas por el despliegue casi imparable de los 572 fatídicos cohetes.

El despliegue de marras amenaza forzar un progresivo fortalecimiento del poder militar puertas adentro de la Unión Soviética, pese a que Moscú asegura desear consumar todas las vías de diálogo.

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Es decir, Europa se ve igualmente perjudicada por los dos procesos de militarización que se barruntan en las cúpulas políticas de Washington y de Moscú.

América Central, objeto codiciado otrora de una naciente política exterior conjunta de Europea, tiene por eso el valor de una prueba, hoy desgraciadamente de fuego, para los gobernantes del anciano continente.

La respuesta al riesgo es, como puede verse, la movilización de iniciativas políticas, no importa que procedan de socialistas, de democristianos o de ambos a la vez.

Importa que procedan de la sensibilidad de Europa o de los que siguen sus modelos políticos en el atribulado istmo.

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