Gadafi pretende obtener el apoyo de Hassan II para derribar a Arafat de la jefatura de la OLP

Un objetivo aparentemente claro, encubierto en un escenario complejo, es el que, al parecer, ha traído al jefe del Estado libio, Muamar el Gadafi, a Marruecos: solicitar el apoyo del rey Hassan II de Marruecos para obtener la cabeza del presidente de la Organización para la liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, a cambio del total abandono por parte de Libia de sus apoyos abiertos y secretos al Frente Polisario.

El propósito libio de lograr la destitución de Yasir Arafat de una manera consensuada entre todos los Gobiernos árabes es, entre todas las especulaciones a que la visita h...

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Un objetivo aparentemente claro, encubierto en un escenario complejo, es el que, al parecer, ha traído al jefe del Estado libio, Muamar el Gadafi, a Marruecos: solicitar el apoyo del rey Hassan II de Marruecos para obtener la cabeza del presidente de la Organización para la liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, a cambio del total abandono por parte de Libia de sus apoyos abiertos y secretos al Frente Polisario.

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El propósito libio de lograr la destitución de Yasir Arafat de una manera consensuada entre todos los Gobiernos árabes es, entre todas las especulaciones a que la visita ha dado lugar, la más real de todas. Hassan II y Gadafi han celebrado ya cerca de cuatro horas de conversaciones; las primeras, la misma noche del jueves, inmediatamente después de la llegada del coronel.Resulta difícil imaginar en que pueden coincidir dos hombres como el rey de Marruecos y el jefe del Estado libio, a quienes todo opone: Chad; la alianza de Marruecos con Estados Unidos y de Libia con la URS S; la cooperación de Marruecos con los moderados árabes y de Gadafi con el Frente de la Firmeza; el conflicto del Sáhara; el aventurerismo de Gadafi en Oriente Próximo y la moderación del rey de Marruecos, que en tiende que la paz allí sólo es posible entre árabes e israelíes, y, por último, las respectivas profesiones de fe ideológicas.

Tropas al Chad

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El Gobierno marroquí, que desmintió ayer extraoficialmente tener la intención de enviar tropas a Chad, difícilmente podría admitir presión alguna de Muamar el Gadafi para acabar con Yasir Arafat. Entre otras cosas, porque las contrapartidas de Gadafi con respecto al Sáhara, si bien pueden ahorrarle al monarca marroquí algunos dolores de cabeza, no pueden ya influir significativamente en el futuro del territorio, ahora sometido a una resolución de la Organización para la Unidad Africana (OUA) que ordena la celebración de un referéndum.

Hassan II es el hombre menos apropiado para ser ftivolucrado en una empresa radical contra Arafat, mucho más si se tiene en cuenta que todas las organizaciones que integran la OLP apoyan al líder palestino, sin que ello signifique que no le critiquen los errores cometidos en el valle de la Bekaa libanesa.

Sólo dos grupos marginales de la Organización para la Liberación de Palestina -el de Ahmed Jibril y la organización terrorista de Abu Nidal- se oponen abiertamente a Arafat y han proclamado su apoyo a los militares paléstinos disidentes.

Precisamente estos errores son los que dieron pie a la disidencia de algunos jefes militares palestinos, como Abu Mussa (el coronel que dirige la rebelión), después de algunos nombramientos militares que provocaron un serio malestar entre los combatientes palestinos de la Bekaa.

Luego, Arafat acusó a Siria de aprovechar la disidencia y de haber ordenado a sus tropas atacar a las fuerzas leales de la OLP. En ciertos círculos palestinos se piensa que la actual secesión de jefes militares de la OLP tiene raíces profundas que se remontan a la aparición de un grupo marxista en el seno de Al Fatah (la principal organización de la OLP), aglutinado alrededor de la revista Falastin Al Zuara, en contra del apoliticismo de Al Fatah.

La gestión de Gadafi en Marruecos parece coherente con los proyectos revolucionarios del líder libio para Oriente Próximo, proyectos que lleva a cabo en cooperación con la Unión Soviética.

Proyectos revolucionarios

Es significativo a ese respecto que sean los comunistas marroquíes, virulentamente opuestos a Gadafi a propósito del Sáhara, quienes con mayor calor saludaran ayer la visita de Gadafi.

"Después del encuentro Benyedid-Hassan II del 26 de febrero", publicaba ayer el diario comunista Al Bayane, "no era posible dejar a Libia fuera de la reconciliación magrebí", y afirmaba que "Marruecos ha demodirado una gran lucidez recibiendo a Gadafi, porque, para nosotros, los habitantes de las provincias meridionales (referencia al Sáhara occidental) son marroquíes y el futuro referéndum sólo puede confirmar esta verdad".

Son los comunistas marroquíes los que hace ya una semana se hicieron eco de una declaración de Gadafi después de la cumbre de Addis Abeba de junio, en la cual el líder libio afirmaba que en adelante sólo le interesaba el Oriente Próximo y los problemas de la nación árabe frente a Israel.

Aunque para los comunistas marroquíes la resolución votada en Addis Abeba invitando a Marruecos a negociar directamente el referéndum con el Polisario es una bomba de tiempo dejada en Marruecos, el hecho de que Gadafi se ínhiba, al menos formalmente, del conflicto del Sáhara es algo que parecen querer agradecer las autoridades de Rabat, facilitando su misión actual.

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