Mitterrand condena la violencia independentista al finalizar su primera visita oficial a Córcega

Los corsos de las ciudades de Calvi y Bastia escucharon ayer en silencio y cerraron con aplausos las palabras del presidente de la República francesa, François Mitterrand, en las que condenó la violencia protagonizada por los clandestinos independentistas del Frente Nacional de Liberación de Córcega (FNLC). Así acabó la primera visita oficial, de 48 horas, del presidente a la isla.

Sin incidentes serios y sin entusiasmo desbordante por parte del público que, retraido y poco numeroso en las calles, espera los hechos. Los corsos, sin compartir el independentismo del FNLC, quieren que se l...

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Los corsos de las ciudades de Calvi y Bastia escucharon ayer en silencio y cerraron con aplausos las palabras del presidente de la República francesa, François Mitterrand, en las que condenó la violencia protagonizada por los clandestinos independentistas del Frente Nacional de Liberación de Córcega (FNLC). Así acabó la primera visita oficial, de 48 horas, del presidente a la isla.

Sin incidentes serios y sin entusiasmo desbordante por parte del público que, retraido y poco numeroso en las calles, espera los hechos. Los corsos, sin compartir el independentismo del FNLC, quieren que se les trate como corsos, no sólo de palabra, como ha venido ocurriendo hasta la fecha.Mitterrand afrontó ayer en Bastia y Calvi lo que todos esperaban que afrontara: el terrorismo, que este año se calcula que ya le ha privado a la isla de cerca de 150.000 turistas. El turismo, la agricultura y las obras públicas, son las tres fuentes de ingresos de Córcega, pero los independentistas del FNLC rechazan a los veraneantes por considerar que este negocio es uno de los elementos que pervierten la identidad isleña. Mitterrand, por el contrario, como ayer mismo recalcó en una de sus alocuciones, entiende que el mercado turístico debe desarrollarse para fomentar el desarrollo económico de estas tierras abruptas y peñascosas.

El presidente de la República aseguró a los corsos que "el Estado está aquí presente para asegurar la paz cívica". Mitterrand no se hace ilusiones y sabe que "la violencia ya existía antes de que llegase yo, y se repetirá cuando me vaya". Pero fue categórico al afirmar que "el Estado seguirá siendo capaz de contener la violencia hasta que desaparezca". Y en todo caso añadió, "que no se espere ningún tipo de complacencia por nuestra parte".

Dirigiéndose indirectamente a los clandestinos independentistas del FNLC y a las Brigadas Revolucionarias Corsas, de reciente formación, considerado como el sector duro del independentismo, Mitterrand se manifestó comprensivo respecto a sus aspiraciones, pero condenó sus métodos: "Yo respeto las ideas de cada uno. Pero cada cual debe respetar la regla común que es la democracia", dijo Mitterrand antes de invitarlos a practicar la democracia para conseguir sus objetivos. "Lo fácil es colocar bombas o explosivos, lo difícil es conseguir la adhesión de la población".

A las 18.00 horas de ayer, el presidente y los 3.000 policías (más un millar presentes en la isla) que vinieron con él para protegerlo, regresaron a la Francia continental. Los corsos prefieren no hablar mucho por ahora de los resultados del viaje. Todos los jefes de Estado de la Quinta República han pasado por aquí prometiéndoles el oro y el moro, pero la degradación económica y política de Córcega es una continua curva descendente. Con Mitterrand quieren creer que las cosas serán distintas. Desde que hace dos años llegaron al poder los socialistas, los corsos han sido reconocidos como tales y tienen un estatuto particular que les da la oportunidad de autoadministrarse en una medida no despreciable.

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