Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Dalí

Don Ernesto Giménez-Caballero fue, o sea, el que lo dijo mejor: "Vendrán los rojos y violarán a nuestras hermanas". Tenía mucho morbo, tipo Freud, eso de imaginarse a la hermana de uno en el acto de posesión ("en el que, por cierto, nada se posee", Proust) con la horda/hidra, algo así como la bella y la bestia, que ahora están dando en la Filmoteca de Berlanga otra obra maestra de Jean Cocteau: El testamento de Orfeo. El testamento de don Pablo Iglesias y de los demócratas, rojos liberales y librepensadores que perdieron/ganaron la guerra de Africa del...

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Don Ernesto Giménez-Caballero fue, o sea, el que lo dijo mejor: "Vendrán los rojos y violarán a nuestras hermanas". Tenía mucho morbo, tipo Freud, eso de imaginarse a la hermana de uno en el acto de posesión ("en el que, por cierto, nada se posee", Proust) con la horda/hidra, algo así como la bella y la bestia, que ahora están dando en la Filmoteca de Berlanga otra obra maestra de Jean Cocteau: El testamento de Orfeo. El testamento de don Pablo Iglesias y de los demócratas, rojos liberales y librepensadores que perdieron/ganaron la guerra de Africa del 36/39 (a mí me parece que aquella barbaridad sólo pudo ser la penúltima de nuestras guerras de África), era, según la derecha/derecha, quemar iglesias, violar hermanas, insultar a los enfermos (que figura, con variantes, en las obras de misericordia) y tapar todos los agujeros de Madrid con macrofotos de Lenin, que se lo dijo a mi bisabuelo, don Martín Martínez, de Valencia de Don Juan, provincia de León, cuando fue a cazar a Rusia: "Dígame usted, don Martín Martínez, libertad ¿para qué?". Mi abuelo se trajo la pregunta de Lenin al Casino de Valencia de Don Juan, pero la gente no le contestaba y prefería seguir con la brisca. Quiero decir, o sea, que los profetas se equivocan siempre, y más si son políticos, y más si son españoles, de modo y manera que las masas, cuando han conquistado democráticamente el Poder -"democráticamente", esto ya es una ironía de la Historia-, lejos de violar a nuestras hermanas -yo no tengo, pero tengo primas/hermanas, que también podrían servir-, en lugar de incendiar la Almudena, un suponer, catedral incompleta que he puesto aquí como modelo universal de ópera aperta, por si Umberto Eco se anima a volver, para qué se la enseñen Gárgoris y el otro; en lugar de todo eso, las masas, o sea la horda/hidra de mi querido Ruiz-Gallardón (mucho más hábil y picapleitero que Herrero de Miñón, y con mayor cultura literaria y mejor,voz: podría cantar La del soto delparral, entera, en las Cortes), las masas, digo/decía, han tomado por asalto pacífico el Guernica de Picasso, con formidable indignación de quienes han hecho toda su obra de un momento distraído de Picasso; han tomado por asalto pacífico/benéfico el mundo paranoico/crítico de Salvador Dalí (la exposición más visitada en Madrid de todos los tiempos); han tomado por asalto el Ateneo (Chueca les salió borde) y han tomado por asalto el Círculo de Bellas Artes, que era un cruce de bingo, y ancianos que hacían sacar los sillones a la calle Alcalá, en verano, "como porteros de casa grande", que dijo Mihura (mal representado hoy en la Academia por López Rubio), para ver pasar el mujerío.También han tomado por asalto el Museo del Prado, que antes sólo tenía vida en verano, con las turistas (los domingos de invierno no iba más que el buido Enrique Azcoaga llevando en la mano las Tres horas de don Eugenio, de quien fue secretario). Ahora, la horda/hidra, miles de madrileños y visitantes grupales de toda España, han entrado a saco en el Museo y, en lugar de violar a nuestras hermanas según la profecía del profeta de nómina, violan con la vista las hembrazas de Rubens o las ninfas de Cranach según gustos y sutilezas (uno suele perderse anónimamente entre la masa ninfomaníaca de Cranach). De modo que la masa horda/hidra ya no saquea panaderías, como cuando la República, ni quema iglesias (quitándose previamente la gorra, por respeto).

Algunas de estas quemas fueron atentado de la derecha exquisita, que mecánicamente se adjudicaría a la izquierda, pero, aparte roneos con el pasado, lo cierto es que las masas madrileño/españolas en libertad han mostrado/demostrado más urgencia por el plan zurbaranesco de Dalí que por el pan, reciente de cochura, de las panaderías, gracias a que los niños de derechas nos pasamos los 40/40 comiendo pan negro.

La horda/hidra, a la que sólo se había preguntado, en medio siglo, mediante los referendos (aquí el Libro de Estilo del señorito pone referendo) de Fraga, resulta que no tenía hambre de pan, sino de Dalí: de imaguiación. Porque la imaginación sí que estuvo racionada siempre.

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