Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Andy Warhol

Cuando vi Flesh, en Manhattan, comprendí que Andy Warhol había hecho con el pomo duro lo que Cervantes con los libros de caballerías: prolongar el género hasta el disparate y la inercia, catartizándonos, así, moralizándonos. Ahora, Flesh se estrena en, Madrid. Joe D'Alessandro, Geraldine Smith, John Christian y Maurice Bradel hacen Flesh. La dirección es de Paul Morrissey. Es el primer título de una trilogía que lleva la fascinación de la carne -flesh- a sus últimas consecuencias, ala manera de un Sade cotidiano de apartamen...

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Cuando vi Flesh, en Manhattan, comprendí que Andy Warhol había hecho con el pomo duro lo que Cervantes con los libros de caballerías: prolongar el género hasta el disparate y la inercia, catartizándonos, así, moralizándonos. Ahora, Flesh se estrena en, Madrid. Joe D'Alessandro, Geraldine Smith, John Christian y Maurice Bradel hacen Flesh. La dirección es de Paul Morrissey. Es el primer título de una trilogía que lleva la fascinación de la carne -flesh- a sus últimas consecuencias, ala manera de un Sade cotidiano de apartamento, para purgarse y purgarnos. En Manhattan había colas. Es el neorrealismo del cuerpo y la burla ambigua del pomo. Es lo que Don Quijote a Amadís de Gaula: una contrafigura con la pasión satisfecha. Unos ejercicios espirituales. La carne como mercancía sí, pero, sobre todo, la carne como cotidianidad, como tediosidad. La desmitologización de la carne. La lección de Warhol es que el sexo como Olimpo -"el sexo como último reducto de la libertad", escribía yo en mi primera (y quizá última) novela, 1965- también está manchado de costumbre, consuetudinarieidad, luz de tarde aburrida y depresión. Tristitia post coitum, me párece que decían los del latinajo. Los latinantes. Aunque el coitum lo hayamos hecho multitudinario, poliformo perverso e invertido, de lo que no nos hemos librado es de la tristitia, porque hacer el amor produce una bajada de tensión y a la luz pálida e inteinsa de esa debilidad se ve muy fuerte que nuestra vida no conduce. a nada. Andy Warhol es un místico Cuando estuvo aquí, hace unos meses, Pitita / Banesto le hizo una entrevista (le conocía de Nueva York). Una noche de invierno, cenando en El Espejo, de Solchaga con el gran neurólogo Alberto Portera, con César Manrique y con Pitita, yo le pedí a Portera:-Explícale a Pitita, por favor, que está fascinada, en qué consiste el caso / Warhol.

-Warhol es hoy una religión que no ofrece nada a cambio -dijo en seguida Portera-. Todas las religiones exigen sumisión, pero prometen algo. A Warhol hay que someterse sin esperar nada.

El diagnóstico médico / sociológico me pareció perfecto. Warhol (muy buen escritor, sobre todo, cosa que la gente ignora) sólo existe en función de Warhol. Por Manhattan anda disfrazado de lo que Rosa Montero llamaría "muerto viviente", y cualquier chica de las generaciones posteriores a Rosa, "carroza con trenka". Mas, para hacerle justicia, debemos decir que en algunos, de sus relatos, como en alguna de sus películas -Flesh- nos somete a un ejercicio ignaciano de renunciación resignación que no es sino la moral del libertino. Woody Allen, más joven y más enamoradizo, todavía cree en los sentimientos y su charcutcría visceral. Warhol, carroza con trenka de Madrid / Manhattan, es un místico / ascético de ida / vuelta que, como algunos de nuestros clásicos, explica la carne en su niÍseria, su costumbre, su sudor y su conducta. Vamos, que se le quitan a uno las ganas de hacerse violador nocturno. La carne, si, es una mercancía de nuestro tiempo y de todos los tiempos. Pero la carne sin imaginación es una mala bestia aburrida. Los españoles, que acabamos de salir de las hambres levantadas de sexo -cuarenta años, cuatro siglos-, aprendemos en Flesh que los cuerpos hermosos de gentes aburridas -los senos de la muchacha, la cabeza del protagonista- sólo llevan a la vieja conclusión del viejo suizo Max Frisch: "Los cuerpos son honrados". Los cuerpos -"asnillo" de Teresa- no se dejan putrefaccionar por la imaginación humana, siempye enferma. Cumplida su misión, retornan al ser, como ya avisó Ortega. La Política poética de Juan Ramón Jiménez (500 págs. de prosa encendida) se reordená ahora en Alianza Tres. JRJ: "La carne, en otoño, dice, transparente, que no había más en ella, que ella puede ser el más que ella se quita". Rilke no lo hubiera dicho mejor. Ni, por supuesto, Andy Warhol.

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