A los 'niños' refugiados en Rusia en 1937 les ponen trabas burocráticas para regresar a España

Cuando el ministro de Asuntos Exteriores español, Fernando Morán, preparó su viaje a Moscú probablemente no olvidó incluir en su agenda el nombre de uno de sus paisanos: Adolfo González Martínez; un asturiano de 54 años de edad, al que, desde hace más de cinco años, la burocracia soviética pone trabas para que pueda abandonar la URSS y regresar a España.Adolfo González fue uno de los 2.895 niños -vascos y asturianos casi todos ellos- que en 1937 buscaron refugio temporal en la Unión Soviética. Aquellos niños -aún hoy se les llama así en la colonia española de Moscú- tienen ya cerca ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Cuando el ministro de Asuntos Exteriores español, Fernando Morán, preparó su viaje a Moscú probablemente no olvidó incluir en su agenda el nombre de uno de sus paisanos: Adolfo González Martínez; un asturiano de 54 años de edad, al que, desde hace más de cinco años, la burocracia soviética pone trabas para que pueda abandonar la URSS y regresar a España.Adolfo González fue uno de los 2.895 niños -vascos y asturianos casi todos ellos- que en 1937 buscaron refugio temporal en la Unión Soviética. Aquellos niños -aún hoy se les llama así en la colonia española de Moscú- tienen ya cerca de 60 años y un inmenso montón de problemas: la mayor parte de ellos, según dicen, creados por la falta de interés del Gobierno de Madrid. Hace unos años, Fernando Morán -todavía senador del PSOE- viajó a Moscú y fue a visitar a Adolfo González. Hoy, como ministro de Asuntos Exteriores, tendrá que tratar su caso, al que sele ha agregado ya el de media docena de niños de la guerra, a quienes las autoridades soviéticas ponen trabas para volver a España.

Más información

La mayor parte de los niños que tienen este problema prefieren guardar el anonimato. Contra lo que se pueda pensar, ninguno de ellos se ha distinguido por su actitud disidente hacia el Kremlin. La prohibición de volver a España obedece, en la mayor parte de los casos, a la rigidez con que la burocracia soviética interpreta las normas sobre emigración: alguno -como sucede con Adolfo González, que llegó a tener en Moscú responsabilidades homologables a las de un viceministro- estuvieron, en su momento, en contacto con secretos científicos. Otros, habitaron o transitaron zonas cerradas, que Moscú considera de alto valor estratégico.

Al finalizar la guerra de España, en la Unión Soviética residían más de 4.000 españoles. Además de los niños, había que contar más de 1.000 exiliados y cinco decenas de desertores de la División Azul. Los niños coinciden todos en reconocer que recibieron un trato de lujo por parte de la URSS. Eran lo que se llamó el tesoro del partido. Se les formaba para dirigir "la España del futuro" y tenían, como media, una formación y una situación económica superiores a las del común de los soviéticos.

Mil españoles en la URSS

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Desde 1937, la colonia española ha ido disminuyendo: unos murieron, otros (unos 2.500) fueron volviendo a España a partir de 1956, algunos se diseminaron por diversos países del bloque socialista o ejercieron en Cuba el papel dirigente que la historia les había negado en España.Entre niños y exiliados, en la URSS quedan aún algo más de 1.000 españoles, a los que hay que agregar muchos de sus hijos, que optaron por la nacionalidad española. Las leyes soviéticas distinguen claramente entre ciudadanía -que es siempre soviética- y nacionalidad -que viene determinada por el origen de la persona: ruso, bielorruso, judío, polaco, español, etcétera. En el caso de los hijos de matrimonios mixtos, éstos pueden elegir su nacionalidad a partir de los 16 años.

De este millar de españoles que aún vive en la URSS, se calcula que una tercera parte, como máximo, volvería a España definitivamente en el caso de que se le ofrecieran los medios de subsistencia adecuados. Las razones familiares -matrimonios mixtos o el trabajo de los hijos- son las que más pesan sobre los que no se plantean el retorno. De los que volvieron a finales de la década de los cincuenta, entre un 10% y un 25% -según las distintas fuentes- no logró adaptarse a la vida española y terminó regresando a la URSS. Entre ellos, una docena fue expulsada por las autoridades franquistas.

Ahora, las posibilidades de integración son mucho menores: los niños ya no tienen menos de 30 años, como entonces, sino cerca de 60. Aún no poseen derecho a la jubilación soviética -que, en el mejor de los casos, sería inferior a las 20.000 pesetas al mes- y su edad y las circunstancias económicas de España les impiden encontrar trabajo. Al salir, los soviéticos les dejan llevar consigo una cifra en rublos convertibles que no llega a las 40.000 pesetas.

Por si esto fuera poco, ahora se encuentran con problemas que ni tan siquiera tenían en vida de Franco: si consiguen ir a España de vacaciones, el Gobierno español les da sólo visado por un mes, en lugar del plazo (de dos meses que era común anteriormente. Ahora -al considerárseles por completo ciudadanos soviéticos- se les impone también restricciones para circular por el territorio español, y las normas que los hijos de los niños tienen que cumplir en España para recuperar su ciudadanía de origen son también más complicadas que en la dictadura.

Un colonia dividida

Privados de infancia y juventud dudando de su identidad cultural -no se consideran rusos y los españoles no les aceptan del todo-, los niños ven agravados su presente y su futuro por la gran dispersión en la que vive la colonia española histórica de la URSS. Para todos ellos, 1968 es el año de referencia: aquel año fue el de la crítica de Carrillo contra la invasión de Checoslovaquia y, consecuentemente, el año en que las organizaciones en Moscú del Partido Comunista de España (PCE) se partieron en 1.000 pedazos.En 1968, muchos de los españoles de Moscú -más de la mitad de los que residen en la URSS viven en la capital- dejaron de jugar al dominó y tomar café por las tardes en el Centro Español, dejando incluso de dirigirse la palabra. Actualmente, entre los españoles de la URSS son minoría los militantes del PCE o de cualquiera de los grupos escindidos de este partido. Este desencanto y este pasar de partidos les condujo también a un proceso de atomización que les llevado a vivir a espaldas unos de los otros, a pesar de sufrir los mismos problemas. El triunfo socialista en España les abrió nuevas esperanzas. Los niños tan sólo piden ahora que se les dé la oportunidad de recomenzar su vida en España.

Según se afirma, es propósito del actual Gobierno español tratar de plantearse el problema en sus dos vertientes: concediendo vivienda, empleo o ayuda económica a aquellos que deseen volver, y reivindicando sus derechos frente a las autoridades soviéticas, en los casos en que éstas ponen trabas al regreso. Por lo que respecta a lo segundo, el Gobierno español pretende evitar llegar con Moscú a un compromiso "en bloque y de una vez". Los soviéticos, al parecer, desearían -ya ha sucedido en el caso de otras minorías, como la de los alemanes del Volga- plantear el tema como solución final, hurtando, pues, el derecho a emigrar en el futuro a aquellos niños -o hijos de los niños- que no opten de inmediato por el regreso. El Gobierno de Madrid se muestra partidario de estudiar individualmente los casos en que Moscú pone problemas, y no cerrar la puerta a los españoles que, más adelante, decidan regresar.

Archivado En