Escupitajos generosos, en la actuación de Las Vulpes en Madrid

Los escupitajos generosos de la Mamen sobrevolaban sobre un mar de crestas en adobo y ojeras de betún. Los del público tampoco se quedaban atrás en el lanzamiento. Bastante antes de que Vulpes salieran a escena, una escena presidida por un gran cartel con su nombre acabado en SS -a la manera nazi- y un fondo de alambradas, el público madrileño tuvo ocasión de practicar con los grupos Porkies y La Uvi, que actuaron de teloneros.

Especialmente sobre los primeros, avezados espectadores dirigieron a los chicos profusión de esputos, escupidos, gargajos, flemas, espumarajos, salivazos, escupi...

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Los escupitajos generosos de la Mamen sobrevolaban sobre un mar de crestas en adobo y ojeras de betún. Los del público tampoco se quedaban atrás en el lanzamiento. Bastante antes de que Vulpes salieran a escena, una escena presidida por un gran cartel con su nombre acabado en SS -a la manera nazi- y un fondo de alambradas, el público madrileño tuvo ocasión de practicar con los grupos Porkies y La Uvi, que actuaron de teloneros.

Especialmente sobre los primeros, avezados espectadores dirigieron a los chicos profusión de esputos, escupidos, gargajos, flemas, espumarajos, salivazos, escupiduras, lapos, moluscos, gasterópodos, lápades y alguna que otra ameba. Aquello era como cuando Richard Conte arrojaba la ceniza de su cigarrillo a un cenicero colocado a dos metros de distancia, en las películas de maflosos. Todo un campeonato.Rock-Ola estaba a tope, con un público muy mezclado, como a ninguna de las cuatro Vulpes se le escapó. Es decir, que tenían perfectamente claro que el escándalo de TVE atraía más que sus cualidades artísticas, y para que nosotros supiéramos que lo sabían, la fascinante Mamen, que tiene más gracia en un escenario que muchas que se ganan el abrigo de zorros -con perdón- haciendo más o menos lo mismo, empezó a dedicamos canciones. Una de ellas, a los que trabajan en la Prensa, a todos los periodistas en general y por el conjunto de nuestra labor: que sois todos unos pringaos, dijo. Y nos cantaron Dejad un sitio de una puta vez.

Pero aquello sólo era el principio. Acto seguido les tocó a "los viejos que habeis venido por el morbo y que no os interesa quiénes somos ni qué pensamos". Y les endilgaron un contundente Yo os mando a la mierda con mucho patachán baterístico y mucho aullido por parte del personal, que estaba moralmente de acuerdo con la doctrina básica. Para entonces, ya todos nos habíamos dado cuenta de que Vulpes puede que no toquen de maravilla y que no canten como los ángeles, pero están dotadas de un gran sentido del espectáculo y de un punto de vista totalmente nítido acerca de cómo se utilizan las más tórridas palabras de la lengua castellana en su multitud de sinónimos.

Los espectadores -la mayoría en su variante claveteada, con alguna que otra facción rapada al cero y varios sectores con mecha de verde luna- pudieron seguir la actuación de las cuatro chicas en vivo, es decir, con derecho a lluvia procedente de las cervezas utilizadas como armas ofensivo-defensivas, o bien en las pantallas de video instaladas por todo el local. Los había incondicionales -me estoy refiriendo al auditorio-, como el muchacho que lucía una camiseta con la efigie del lendakari y la leyenda Me gusta ser una zorra, y los había críticos, como aquél que pretendía correrlas a cintazos y tuvieiron que convencerle entre varios para que postergara el evento.

Por unos y por otros, la velada fue un éxito. Y las chicas tienen contratadas galas por ocho millones, para este verano.

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