Las obras de dos exiliados elevan la calidad del Festival de Cine de Cannes

El soviético Andrei Tarkovski y el turco Yilmaz Guney han presentado sus últimas obras, Nostalghia y El muro, respectivamente, unas horas antes de concluir el 36º Festival Internacional de Cine de Cannes, cuando restan ya sólo El hombre herido, de Patrice Chereau, y El Sur, de Víctor Erice, para que el jurado, que preside el novelista norteamericano William Styron, decida los premios del certamen que este año cuenta con varios títulos interesantes.

Dentro de este concurso, que más parece a veces una competición hípica que un acto relacionado con la cultura, tanto Nostalghia, el f...

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El soviético Andrei Tarkovski y el turco Yilmaz Guney han presentado sus últimas obras, Nostalghia y El muro, respectivamente, unas horas antes de concluir el 36º Festival Internacional de Cine de Cannes, cuando restan ya sólo El hombre herido, de Patrice Chereau, y El Sur, de Víctor Erice, para que el jurado, que preside el novelista norteamericano William Styron, decida los premios del certamen que este año cuenta con varios títulos interesantes.

Dentro de este concurso, que más parece a veces una competición hípica que un acto relacionado con la cultura, tanto Nostalghia, el filme italiano del soviético Andrei Tarkovski como El muro, que el turco Yilmaz Guney ha rodado en Francia, mejoraron notablemente el nivel medio presentado por este festival desde su comienzo. Uniéndose a los filmes del italiano Marco Ferreri, del español Carlos Saura, del japonés Oshima, del francés Robert Bresson, el japonés Imamura y el húngaro Kezdi-Kovacs, ambos cineastas han presentado los filmes más importantes de la convocatoria oficial de esta edición.

Hermetismo y lentitud

Es cierto, sin embargo, que Andrei Tarkovski no lo ha hecho a gusto de todos. Nostalghia es un filme hermético, de una lentitud narrativa muchas veces molesta y, en todo caso, alejado en su factura, y distinto en sus preocupaciones al cine de hoy.Siguiendo íntimamente la trayectoria vital de un soviético d nuestros días que vive en Italia investigando a un escritor. ruso de siglo XVIII, exiliado como él, el director de la película, Andrei Tarkovski reflexiona sobre la complejidad del hombre de hoy, separado de su espíritu por la materia. La nostalgia a la que el título se refiere no es sólo la añoranza de lo lejano, sino la ausencia de un objetivo concreto que justifique la vida de hoy.

El director Andrei Tarkovski insistió, tanto en las notas publicitarias como en la conferencia de Prensa, sobre este matiz, que no puede quedar traducido correctamente en ninguna lengua y que debe ser respetado, por lo tanto, en la ortografía de su título original ruso: su nostalghia es algo más amplio, prácticamente imperceptible por nosotros.

El sentido de la vida entera es lo que cuestiona su protagonista, un sereno hombre de 40 años que se duplica en el personaje de un visionario, que cree en las raíces y propone una revolución destructora de la cultura que desune a los seres humanos.

Lentamente, ceremoniosamente, se nos revela la vida de este personaje: sus recuerdos, ya hundidos, su frustración en el presente, la incomunicación que le une a los otros.... "Son los Estados los que separan a los hombres", dice en el único momento políticamente concreto.

El resto de la película se abre a las interpretaciones de, cada espectador, a su posibilidad de comprensión de lo que angustia al protagonista, y también, como muchos dicen, a su paciencia para renunciar al espectáculo tradicional, aunque Nostalghia venga servida por una excelente fotografía de Giuseppe Lanci, que interpreta con inteligencia el valor significativo de cada imagen.

Cárcel de menores

El turco Yilmaz Guney, que compartió el pasado año la Palma de Oro con Missing, de Costa Gavras, presentándose en Cannes con un bien planeado lanzamiento que destacó su condición de refugiado político, presenta en esta competición un filme descriptivo del mundo interno de las cárceles de su país y, muy concretamente, de la situación que en ellas viven los menores de edad.El muro es lo que les separa de una vida a la que tienen derecho, el que limita su biografía a la violencia. Las fuertes secuencias que rueda Yilmaz. Guney, mostrando los sufrimientos vividos por él mismo, están lejos de la versión de las prisiones turcas que daba la famosa película norteamericana El expreso de medianoche. A ella tuvo incluso que referirse el director Guney en la conferencia de Prensa, calificando al filme de Alan Parker de "película racista y, por lo tanto, incapaz de luchar contra el fascismo".

Lo que el director turco nos cuenta tiene, a veces, trazas de melodrama, pero concreta la humillación cotidiana, el dolor, la injusticia sufrida por quienes habitan las inhabitables cárceles de su país.

Los personajes de su película El muro son niños de entre 10 y 15 años que ni siquiera sueñan con la libertad: se conforman con un simple cambio de cárcel. Para ello, sin embargo, son capaces hasta de perder la vida. Y el único de ellos que logra una fuga provisional, cuando se ve de nuevo en la cárcel comenta, entre su propia sangre, que el exterior no es mucho más humano.

El cine militante de Yilmaz Guney puede que ya no sorprenda a quienes se entusiasmaron el pasado año con el éxito de Yol, pero sigue naciendo de su arriesgado compromiso político y de una inteligente utilización del cine tradicional.

Se amplían las apuestas

Las apuestas, pues, que deciden los premios finales, han quedado turbadas por la aparición de estas dos películas y, muy probablemente, sean reformadas de nuevo tras exhibirse El Sur. Los periódicos locales no han tenido aún tiempo de recoger sus comentarios sobre las novedades y permanecen, en su mayoría, destacando la película del francés Robert Bresson, El dinero. Por ejemplo, el mismo periódico que comentó la película de Carlos Saura con un "Carmen, je t'aime", dice del filme francés que "Bresson: la Palme ou rien" (la Palma, o nada).

Homenaje a la vejez

Sin querer arriesgarse a no contar con ella, las apuestas incluyen también a la película japonesa La montaña del Narallama, de Shohei Imamura, que hace un sensible homenaje a la vejez, narrando la fantástica historia de una aldea en la que existe la costumbre de retirar a los ancianos para que mueran solos en lo alto de una montaña cuando ya no son útiles a la familia.La corrección de la puesta en escena, su sensibilidad, y la interpretación de los actores son destacadas admirativamente en todos los periódicos del festival. Curiosamente, no estuvo incluida nunca entre las previsiones y ha sorprendido a muchos su positiva referencia en la Prensa.

Con estos títulos, el jurado de este año lo tiene bastante más dificil que en pasadas ediciones. Un jurado que preside el novelista norteamericano William Styron y que está formado por los realizadores Serge Bondartchouk, Karel Reisz, Youssef Chahine, Souleymane Cosse, la crítica y escritora Yvorine Baby, el operador Henri Alekan, el productor Gilbert de Goldschmidtl la actriz italiana Mariangela Melato y la directora de la cinemateca de Israel, Lya Van Leer.

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