El Festival de Cine de Berlin

La proyeccion de la película española 'La colmena', acogida con entusiasmo por un público muy numeroso

La primera proyección de La colmena, la película de Mario Camus que representa al cine español en el 13ª Festival Internacional de Cine de Berlín, se celebró ayer, domingo, a media tarde, con un absoluto lleno de público, hasta el punto de que numerosos espectadores, como en este festival sólo ocurre en contadas ocasiones, tuvieron que acomodarse en el suelo. Sin duda, influyó la buena elección del día, pero no menos la excelente promoción que la película ha tenido desde el principio del festival, lo que resulta totalmente insólito con la participación de una película española en cualquier cer...

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La primera proyección de La colmena, la película de Mario Camus que representa al cine español en el 13ª Festival Internacional de Cine de Berlín, se celebró ayer, domingo, a media tarde, con un absoluto lleno de público, hasta el punto de que numerosos espectadores, como en este festival sólo ocurre en contadas ocasiones, tuvieron que acomodarse en el suelo. Sin duda, influyó la buena elección del día, pero no menos la excelente promoción que la película ha tenido desde el principio del festival, lo que resulta totalmente insólito con la participación de una película española en cualquier certamen internacional.

Una gran fotografía abre prácticamente las puertas de las oficinas de Prensa del festival, y un stand dedicado casi íntegramente a La coImena destaca de entre todos los que anuncian otras películas del certamen berlinés.Tenían miedo los autores de La colmena, presentes en Berlín -el productor y guionista, José Luis Dibildos; el director, Mario Caraus, y los actores Fiorella Faltoyano, Paco Rabal y Emilio Gutiérrez Caba- que esta descripción cinernatográfica de la peculiar posguerra española no fuera entendida por un público foráneo. Sin embargo, ajuzgar por las reacciones de los espectadores, que aplaudieron algunos momentos aislados de la proyección y ovacionaron sólidamente el final de la misma, y que rieron los momentos adecuados, esta primera proyección de La colmena ha constituido un claro éxito. Han sido muy escasas las películas del festival que no han contado, al menos, con sonoras opiniones contrapuestas.

La conferencia de Prensa, en cambio, no tuvo el mismo relieve. Centralizada en su mayor parte por periodistas latinoamericanos y españoles residentes en el extranjero, contó con escasas intervenciones de informadores locales. En un momento, no obstante, la discusión se centró en torno a la precipitada comparación que la responsable de la conferencia de Prensa hizo de La colmena con la famosa serie televisiva Holocausto, tema en el que sólo los alemanes intervinieron.

Quiso entender la inocente provocadora de la polémica que la película española estimulaba nuestra memoria, corno al pueblo alemán le había afectado el recuerdo propuesto por Holocausto, pero no recordó la indignación que la serie había producido entre numerosos espectadores alemanes. "No se puede comparar una película americana, que tergiversó con oportunismo una realidad histórica, con esta película española, que es una obra maestra", fue la frase que una vehemente periodista local lanzó como respuesta a la directora del coloquio.

Los miembros del jurado no estuvieron presentes. Las últimas películas programadas del festival les son proyectadas con anterioridad para que tengan tiempo suficiente a la hora de las discusiones en torno al reparto de los premios. El festival concluye el próximo día 2, fecha en la que ya no se exhiben películas a concurso. De una u otra forma, pues, la positiva reacción del público hubiera influido en la decisión del jurado. Pero obtenga o no premio, es evidente que La colmena ha superado con dignidad la media de este festival, que, por otra parte, ha presentado escasas películas de auténtico interés.

Alain Tanner, favorito

Exito momentáneo de la película española aparte, la proyección de En la ciudad blanca, del suizo Alain Tanner, ha despertado el entusiasmo de la mayoría de los asistentes al festival, que consideran con seguridad que será ésta una de las películas de obligada cita en el palmarés que mañana por la noche leerá, en el escenario del palacio, la actriz francesa Jeanne Moreau.

La película de Tanner no ha interesado, desde luego, a todo el mundo. Su difícil narrativa, llena de silencios y tiempos muertos, tiene también la posibilidad de aburrir a quienes no se sientan involucrados por la soledad del personaje protagonista, un marinero que decide abandonar su barco al llegar a Lisboa y vivir'en esta ciudad sin meta alguna, sin dedicación, sin nadie. Sólo las esporádicas cartas que envía a su esposa le mantienen brevemente unido con su mundo exterior, aunque sean ésas unas cartas extrañas, reemplazadas con frecuencia por un rollo de película que el marinero ha filmado con dedicación, registrando las imágenes de su nuevo y distínto mundo: calles, tranvías, suelos, fachadas de edificios... nada en apariencia y, sin embargo, cuanto tiene para él una posibilidad de emoción.

Entre esas imágenes, rodadas con una pequeña cámara de aficionado, destacan las que contemplan el cuerpo desnudo de una joven camarera portuguesa con quien el marinero mantiene una vital historia de amor, interrumpida luego por la deserción de ella y por una casual sucesión de pequeñas tragedias, menores, mediocres, que el marinero sufre desde su situación de marginación voluntaria, de coqueteo con el suicidio, de abrazo apasionado de la soledad.

El éxito de Alain Tanner (autor, anteriormente, de Los años de la luz, Messidor, Jonás que tendrá veinte años en el año 2000 y La salamandra, entre otras) se debe, en gran parte, a su intérprete, el actor alemán Bruno Ganz, frecuente protagonista de las mejores películas germanas de los últimos años. Su incorporación de ese hombre solitario, sonriente y deprimido, generoso e infantil, contiene los mejores aciertos de la película. Siempre en imagen, viviendo con frecuencia largos momentos de silencios e inacción, es quien trasmite, con sensibilidad e inteligencia, las motivaciones del antiliéroe de esta rara historia (historia sin anécdotas), que Tanner filmó sin guión previo, dejándose estimular por el decorado natural de Lisboa o por las reacciones de sus propios actores.

Terrible historia censurada

En la conferencia de Prensa sólo se oyeron valoraciones positivas de la película, si bien el público de la sesión nocturna dividió sus opiniones entra aplausos y algún silbido, lo que contrastó con la reacción habida al término de la película anterior, Adelante, Brasil, celebrada con gritos de "¡Bravo!", al aparecer en el escenario su director, Roberto Farias.

La presentación en Berlín de esta película brasileña constituía todo un acontecimiento, ya que la censura de aquel país la había retenido durante un año, impidiendo incluso su exhibición en el pasado festival de Cannes, donde había sido anunciada.

La represión contra la película alcanzó personalmente al director de la entidad oficial Embra Film, Celso Amorin, que la había producido. No querían las autoridades brasileñas que se conociera esta terrible historia.

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