Lluis Pasqual asume la responsabilidad de representar a España en el proyecto del Teatro de Europa

El director teatral Lluís Pasqual ha sido elegido por Giorgio Strehler para participar en nombre de España en el Teatro de Europa, ese "centro de ideas, de paz, de tolerancia y de búsqueda para todos los creadores de Europa" que va a crearse a iniciativa del ministro francés de Cultura, Jack Lang (véase EL PAIS del pasado día 17 de febrero). El propio Pasqual nos explica en qué consiste su participación, y se extiende en otros temas que le son queridos.

Entre los temas queridos de Pasqual están la experiencia del teatro Lliure y la ópera, una de cuyas obras cumbres, Falstaff, va ...

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El director teatral Lluís Pasqual ha sido elegido por Giorgio Strehler para participar en nombre de España en el Teatro de Europa, ese "centro de ideas, de paz, de tolerancia y de búsqueda para todos los creadores de Europa" que va a crearse a iniciativa del ministro francés de Cultura, Jack Lang (véase EL PAIS del pasado día 17 de febrero). El propio Pasqual nos explica en qué consiste su participación, y se extiende en otros temas que le son queridos.

Entre los temas queridos de Pasqual están la experiencia del teatro Lliure y la ópera, una de cuyas obras cumbres, Falstaff, va a dirigir esta primavera en La Zarzuela.Pasqual tiene treinta años, aparenta menos y ha vivido muchos más, por lo menos teatralmente. Y todo le interesa casi por igual: de forma que muchos actores decidieron llamarle, hace tiempo, nuestro Petit Larousse. Bebedor de brebajes sin alcohol y fumador compulsivo, obseso del teatro para quien un foco puede ser el sol y un paisaje unos árboles fingidos, Pasqual fue tan afortunado como para concretar, a partir del 76, todos sus fantasmas en una experiencia real que vino a llamarse teatro Lliure, una experiencia mítica y mitificada.

El hecho de que haya sido precisamente Pasqual el elegido por Strehler para participar en el Teatro de Europa no se debe a la suerte: es algo así como la alternativa europea a un niño prodigio que tiene a sus espaldas un currículo casi escandaloso: desde montajes de Shakespeare o Chejov hasta la puesta en escena del Sansón y Dalila de Saint-Saëns.

"Lo importante del Teatro de Europa", dice, "es su aspecto de interrelación entre distintos países, puesto que las coproducciones no serán sólo de carácter económico: hay una serie de directores, actores, escenógrafos, músicos, talleres de construcción, que actuarán como vasos comunicantes. Y una escuela, que seguirá las líneas de esta idea de cultura europea... Se trata de ver si existe, realmente, un interlenguaje entre nosotros".

Son dos los encargos que llevará a cabo Pasqual. De un lado, para el tercer año de programación, previsto bajo el lema Teatro y revolución, el montaje -en coproducción- de Luces de bohemia. De otro, dentro de un homenaje a Camus que se realizará paralelamente la puesta en escena de un texto de este autor, seguramente Los justos. "Lo de Valle Inclán ha sido desde siempre la ilusión de mi vida, porque Luces de bohemia, que es una especie de radiografía de un cambio que en este momento me parece especialmente adecuada, es también, teatralmente, como una catedral llena de sulfúrico... Un verdadero reto, porque yo creo que Valle es muy difícil de montar, como todos los grandes, pero que se puede hacer, con humildad y honestidad".

Lo que le interesa de Los justos es que "plantea un problema que hasta ahora sólo ha abordado bien el cine, y para el cual todos estamos haciéndonos preguntas, sin que haya respuestas: el de un determinado terrorismo, la utopía, el sueño que representa el terrorista". En el marco de este homenaje, el polaco Wajda va a realizar la puesta en escena de Los demonios, de Dostoievski, en versión de Camus.

Pasqual está feliz de trabajar junto a Strehler, "mi gran maestro y un hombre que se lo cuestiona todo, que no tiene nada de cabotinage cultural, como le suele ocurrir a la gente cuando está en esa altura". Y otro motivo de felicidad será que, al término de la experiencia del Teatro de Europa, se seleccionarán tres montajes para representarlos en Broadway, como muestra de esa colaboración europea. Pero, sobre todo, lo que le fascina es poder hacer algo por resquebrajar la imagen tópica que en Europa tienen de nosotros, "porque en ese cuadrilátero formado por París, Milán, Viena, Berlín, conocen sólo aisladamente a nuestras figuras de todos los campos, Espert, Caballé, Dalí, Tàpies, Carreras, y me dejo muchos.... y creen que somos sólo eso, y en parte lo somos, pero lo podemos decir nosotros, que sabemos lo que nos está costando crear una infraestructura cultural".

El momento, cree, es muy bueno, porque hay en Europa una mala conciencia hacia nosotros, "por habernos dejado abandonados a nuestra suerte durante muchos años, y eso se les nota, y están dispuestos a borrar su culpa. Y, por otra parte, el único regalo que nos hizo el franquismo -por supuesto, no sabía que nos lo hacía- fue que, al no poder hacer nada, ahora tenemos íntegra la ilusión, ahora está todo por inventar, mientras que en Europa están ya hastiados de tanto haber probado fórmulas".

En la vida de Pasqual, tan repleta, ocupa un lugar importante el Lliure: "Ahora estamos en un momento de crecimiento, de reflexión, porque las cosas han cambiado mucho, teatralmente, en Barcelona, desde el 76. En la actualidad hay un Centro Dramático, hay un teatro municipal que está naciendo... Nosotros hemos hecho, durante mucho tiempo y sin pretenderlo, las funciones de un teatro nacional catalán, con un repertorio y una compañía estable, y con una voluntad de servicio público que seguimos teniendo. Pero el Lliure no puede continuar basándose sólo en el esfuerzo y la autoexplotación de una gente, no puede ser una compañía privada, aunque se trate de una cooperativa. Las instituciones tendrían que acoger este esfuerzo, de la forma en que legalmente se pueda, para integrarlo seudo o paraoficialmente, pero manteniendo su carácter, es decir, una independencia total tanto ética como estéticamente. Yo supongo que esto se producirá porque, de lo contrario, el Lliure dejaría de existir, falto de sentido".

Le pregunto por la ópera: "Es mi vicio secreto, mi transilium particular. Así como el teatro japonés es la manifestación característica del teatro de Oriente, la ópera es el espectáculo total que ha sabido crear Occidente. Porque está el hecho dramático -aunque aquí lo hayamos olvidado bastante-, y viene conducido por la expresión más grandiosa creada por el arte, que es la música. Como director, me apasiona, porque te pone en contacto directo con el compositor, que es el que tiene la última palabra incluso en la forma de colocar las luces. En España, con la ópera, nos pasa como con todo: hay que partir de cero. Y eso es un reto".

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