Crítica:MUSICA CLASICA

Los 'stradivarius del palacio de Oriente, al servicio del Cuarteto Endres

En el Salón de las Columnas del Palacio de Oriente, bajo la presidencia de la Reina, se celebró el pasado lunes concierto-pórtico del Ciclo Beethoven, que a partir de hoy podrá seguirse en su integridad, en versiones del Endres-Quartet, de Munich, sirviéndose de los stradivarius de la Corte de España.El cuarteto, formado por los violinistas Heinz Endres y Josef Rottenfusser, el viola Rudolf Schmidt-Keyser y el violonchelista Adolf Schmidt, nace en 1954 por iniciativa de Endres. Todos los componentes son profesores de la Escuela Superior de Música muniquesa y / o de la Orquesta de...

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En el Salón de las Columnas del Palacio de Oriente, bajo la presidencia de la Reina, se celebró el pasado lunes concierto-pórtico del Ciclo Beethoven, que a partir de hoy podrá seguirse en su integridad, en versiones del Endres-Quartet, de Munich, sirviéndose de los stradivarius de la Corte de España.El cuarteto, formado por los violinistas Heinz Endres y Josef Rottenfusser, el viola Rudolf Schmidt-Keyser y el violonchelista Adolf Schmidt, nace en 1954 por iniciativa de Endres. Todos los componentes son profesores de la Escuela Superior de Música muniquesa y / o de la Orquesta de Baviera, y a través de los años han logrado para su grupo un prestigio evidente, tanto en Europa como en América, Asia y Suráfrica.

Importa recordar que los Endres, con Sawappisch al piano, alcanzaron el gran premio internacional del disco por su versión del Quinteto de la trucha, de Franz Schubert.

E importa porque uno de los valores interpretativos del Endres-Quartet reside en situar a Beethoven como estuvo en la historia: cercano al sentimiento schubertiano, y, al mismo tiempo, descubrir en el conjunto de cuartetos "un contenido musical difícilménte expresable con palabras", como escribe André Jolivet. No queda otro camino sino el de escuchar con frecuencia la más singular herencia beethoveniana para, desde la misma música, con las razones de los sonidos, explicarnos la suma belleza, el impulso renovador y el genio absoluto y trascendente de Beethoven. Desde la fidelidad al clasicismo vienés hasta la más ardua ruptura, Beethoven dejó en los cuartetos ideas y procedimientos que, sobre su hermosura, debían abrir a la música europea las puertas del futuro. Lo que habría sido la historia de la música occidental sin el gigante pivote beethoveniano ni siquiera puede imaginarse.

El que denomino concierto-pórtico sintetizaba el proceso creador beethoveniano desde 1799 (año de la opus 18) hasta 1810 (el año de Egmont y del Cuarteto en fa menor), pasando por el tercero de los llamados Rasoumovsky -1806-, contemporáneos de la Cuarta sinfonía y el Concierto para violín. En cada período creador de Beethoven, los cuartetos suelen ir más lejos que las otras obras y los últimos, a partir del opus 131 hasta la Gran fuga, nos descubren un mundo al que no llegó, a pesar de todo, la Novena sinfonía. Pero este período no figuró en el programa de palacio, interpretado con vitalidad extraordinaria, conceptos certeros e irresistible fuerza expresiva. Los Endres explotan al máximo lo que Beethoven es principalmente: un mundo a descubrir y un enorme caudal de energía.

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