El otro cambio

Es bien sabido que buena parte de la diferencia que se advierte entre la crisis económica en España y la que pasan los demás países industrializados de Occidente viene del retraso español en adoptar medidas para hacer frente a los primeros embates de la adversidad que se produjeron con la ahora ya casi olvidada subida espectacular del petróleo.España estaba entonces en inalas condiciones para adoptar medidas drásticas. Eran los últimos años de la vida del general Franco, y el régimen entero y el país con él tenían que acompasar su andadura al declive de las fuerzas del anciano jefe del Estado....

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Es bien sabido que buena parte de la diferencia que se advierte entre la crisis económica en España y la que pasan los demás países industrializados de Occidente viene del retraso español en adoptar medidas para hacer frente a los primeros embates de la adversidad que se produjeron con la ahora ya casi olvidada subida espectacular del petróleo.España estaba entonces en inalas condiciones para adoptar medidas drásticas. Eran los últimos años de la vida del general Franco, y el régimen entero y el país con él tenían que acompasar su andadura al declive de las fuerzas del anciano jefe del Estado.

Y vino la transición. Y entonces fueron otras las razones de prestar menos atención de la debida al ademán no sólo simbólico, sino práctico, de apretarse el cinturón. Las razones eran la prioridad que se daba a poner los fundamentos de un régimen constitucional, a organizar los partidos políticos, a celebrar todas las elecciones que era preciso celebrar para cubrir de forma representativa los puestos de autoridad. ( ... )

Con cuatro años de mayoría parlamentaria por delante, entendemos que hoy es otra la prioridad que el país siente: el sentido práctico, la eficacia tangible. Menos polífica pequeña, en definitiva, y mayor atención a los costes sociales, que acaban por ser también costes morales. Vaya la economía por delante, le siga el servicio eficaz al ciudadano, sea cual sea la autoridad a la que toque prestarlo. El mal ejemplo de los tira y afloja, de las peleas por lo que hace siglos se llamaban puntos de honra -mal crónico en este país- debe ceder a la exigencia de un ciudadano que no se contenta con pensar que vive en democracia, sino que quiere tocar con los dedos las ventajas de eso que en definitiva ha de significarelección de los gobernantes y control de los Gobiernos. No basta con que se nos llame ciudadanos. Queremos sentir que lo somos. 3 de enero.

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