Tribuna:SPLEEN DE MADRID

Las gobernadoras

Cristina Martín Bustamante, joven gobernadora de Segovia, con su pelo adolescente y sus ojos dramáticos, y la otra, la de Palencia, que no lo tengo ahora a mano, hombre,. los datos de la de Palencia, pero que salía fumando, son la viñeta femenina del cambio y la otra punta femenina y feminista del "lolitismo".Un gran escritor latinoché, entrañable amigo, me escribe desde América para solidarizarse con reciente columna mía sobre las "Lolitas", con motivo del reestreno en España de la famosa película. Me convoca este gran maestro (al que transparento muy proclive a lolitas) para que y...

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Cristina Martín Bustamante, joven gobernadora de Segovia, con su pelo adolescente y sus ojos dramáticos, y la otra, la de Palencia, que no lo tengo ahora a mano, hombre,. los datos de la de Palencia, pero que salía fumando, son la viñeta femenina del cambio y la otra punta femenina y feminista del "lolitismo".Un gran escritor latinoché, entrañable amigo, me escribe desde América para solidarizarse con reciente columna mía sobre las "Lolitas", con motivo del reestreno en España de la famosa película. Me convoca este gran maestro (al que transparento muy proclive a lolitas) para que yo encuentre la palabra precisa y preciosa, al margen ya de Nabokov. La verdad es que lo único que se me ocurre es llamarle a cada una por su nombre, cuando se llega a la intimidad -ay- del nombre.

Pero de las gobernadoras a las lolitas, en España (precoces unas en política, otras en amor: precoces todas en vivir), lo que queda claro -qué claro y sensible síntoma es la mujer-, lo que queda claro es que el cambio de la sociedad española estaba en la calle hace mucho tiempo, y que lo que están haciendo los psocialistas no es imponer un cambio volitivo a lo Jaruzelski (como quieren darnos a entender algunos estilitas y estilistas retrocamp), sino que Felipe y Guerra -tanto monta, monta tantono intentan sino ajustar la vida oficial a la vida real. Fraga, en tiempos, hacía sutiles distinciones entre España oficial y España real, pero luego trataba de ajustar la España real a la oficial, cuando debiera haberse esperado lo contrario. Toda la verbosidad que viene funcionando a diario contra el Gobierno se reduce a este sofisma de quienes no han leído en profundidad a los sofistas: presentar el cambio como una imposición de la izquierda, cuando la izquierda no hace sino dar a la caza alcance, en lo que puede, emparejarse con el cambio natural, sociológico y cronológico de la sociedad española. Lo harán mal o bien, pero el programa de partida es, sencillamente, estar al día, recuperar el pre sente. Igualar con la vida el calendario.

Las gobernadoras de Segovia y Palencia no son una utilización de la mujer como mujer/anuncio pues ya digo que la gobernadora es la contralolita, la criatura femenina (y encima joven) que entra en el rollo, pero la autenticidad, la no/ utilización de su sexo como reclamo de Gobierno está precisamente respaldada, de lejos, por los miles, millones de Lolitas que, quizá sin haber leído jamás a Nabokov, han hecho la revolución femenina en España, han ejercido el don de la precocidad -sexual, vital, política-, arrastrando tras ellas los usos y consumos del macho, siempre más buey lento, como los "bueyes de agua" de que hablara Federico. Mujeres que ganan premios, que hacen mejor periodismo que los hombres; mujeres como Ana Dexeus, de cuyas eficacias empresariales he sabido en una editorial catalana; una joven reportera que ha venido a retratarme de carroza, con una carroza real al fondo y un reloj de arena en la mano -¿creerán los jóvenes que para ellos no pasa la arena?-; otra mujer que está preparando un libro sobre el periodismo de sucesos antes de existir el periodismo, algo más que dar los glúteos al contraluz de un gran fotógrafo en el couché caro; Pilar González Laso, que le lleva los asuntos culturales a Tierno Galván; Brigitte Bardot, avanzada del ecologismo en el mundo, como antes lo fuera Joserina Baker.

Mujeres que son algo más, mucho más que azafatas seriadas del programa de Iñigo. Y ya sé que no se trata de convertir a la mujer en un hombrecito, sino de instaurar los valores femeninos (Shulamith Firestone, Kairós). La mujer española, gobernadora, lolita, ácrata o poeta, es el más vivo síntoma del cambio. Esto le duele a cierta derecha misógina y nicotinada. Y a mí, en mi machismo, ay.

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