Cartas al director

Muerte en una clínica

Quiero referirme al fallecimiento de mi hijo, de 33 años de edad, en la habitación nº 320 de la clínica San Francisco de esta ciudad, el día 15 de septiembre de los corrientes, después de haber sido operado de vesícula y que, según el cirujano, tenía una infección en el páncreas, algo así como un quiste benigno, de acuerdo con un análisis que obra en mi poder. No voy a hacer historia de la enfermedad, pero lo que sí deseo es hacer constar el trato incorrecto del que fuimos objeto tanto el paciente como la familia, así como de la falta de material adecuado dentro de la clínica cit...

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Quiero referirme al fallecimiento de mi hijo, de 33 años de edad, en la habitación nº 320 de la clínica San Francisco de esta ciudad, el día 15 de septiembre de los corrientes, después de haber sido operado de vesícula y que, según el cirujano, tenía una infección en el páncreas, algo así como un quiste benigno, de acuerdo con un análisis que obra en mi poder. No voy a hacer historia de la enfermedad, pero lo que sí deseo es hacer constar el trato incorrecto del que fuimos objeto tanto el paciente como la familia, así como de la falta de material adecuado dentro de la clínica citada. Empezaré diciendo que a los tres o cuatro días de la operación, el líquido que debería salir por uno de los drenajes salía por el orificio que le habían hecho; en aquel caso fue solucionado colocándole una bolsa que se adhería a la parte aquella. Estas bolsas llevan en la parte inferior una especie de válvula para poder sacar el líquido y así poderlas aprovechar, pero esto no se hacía, quitaban la bolsa y ponían otra nueva. Creo que esto hasta cierto Punto puede ser correcto, siempre que la clínica disponga de suficientes bolsas, pero cuando habían empleado cuatro se acabaron, y como no había más y el doctor no estaba porque se había marchado a Galicia a pasar dos días, avisaron a otro doctor, el cual no hizo más que levantarle la cura y después de curarle nuevamente sin darme explicaciones a mi que me encontraba en aquel momento en la habitación, me mandó salir y luego se marchó. Traté de localizarle, pero según manifestaciones de la monja, este señor estaba de malas por-Pasa a la página 10

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que el paciente no le correspondía a él; al día siguiente, y viendo que el líquido que salía se extendía por todo el cuerpo no dando abasto las enfermeras a cambiar la cura, me dirigí al director de la clínica; sí, me atendió muy bien, inclusive visitó al paciente, pero tampoco hizo nada.

Es lamentable que a estas alturas en este país se encuentre en tal estado la sanidad y mueran los pacientes por falta de atención.

Gracias, muchas gracias, señor director, porque aunque para mi hijo ya no sirva de nada esta carta, puede servir para que otros mo mueran. / .

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