Crítica:MÚSICA CLÁSICA

Una interpretación homogénea de Strams y Berlioz

Don Juan y Cuatro últimos Lieder (Strauss) y Sinfonía fantástica, op. 14 (Berlioz).Rosalind Plowright (soprano). Orquesta Nacional de España. Director: Peter Magg.

Teatro Real, 22 de octubre de 1982.



La Orquesta Nacional sonó compacta y homogénea en las obras de Strauss que integraban la primera parte y donde apreciamos una sensible mejoría en el rendimiento de la cuerda con respecto a actuaciones de la pasada temporada, especialmente en los violines. Peter Maag ofreció un Don Juan de gran intensidad, estrechando y dilatando los tempi...

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Don Juan y Cuatro últimos Lieder (Strauss) y Sinfonía fantástica, op. 14 (Berlioz).Rosalind Plowright (soprano). Orquesta Nacional de España. Director: Peter Magg.

Teatro Real, 22 de octubre de 1982.

La Orquesta Nacional sonó compacta y homogénea en las obras de Strauss que integraban la primera parte y donde apreciamos una sensible mejoría en el rendimiento de la cuerda con respecto a actuaciones de la pasada temporada, especialmente en los violines. Peter Maag ofreció un Don Juan de gran intensidad, estrechando y dilatando los tempi con un concepto dinámico muy amplio y expresivo. La misma idea de la música straussiana lució menos en el acompañamiento a los bellísimos Cuatro últimos Lieder, música más sutil de sonoridades y de intencionalidad poética, con la dificultad añadida de exigir el debido equilibrio de la masa instrumental con el comprometido papel de la voz solista.

Quisiera poder compartir el entusiasmo con que acogió el público del viernes la actuación de la soprano solista, pero lo cierto es que aprecié en ella más facultades que cualidades de gran cantante, lo cual, por otra parte, es bastante lógico en una carrera incipiente como, según la nota biográfica ofrecida en el programa de mano, es la de Rosalind Plowright. La afinación no siempre fue exacta y la calidad física de la voz, brillante, poderosa y pletórica en los agudos, no me pareció tanta en los registros medio y grave. De cualquier manera, no es poco que después de un primer encuentro, y con base en una de las obras más delicadas del repertorio liederistico, quede la impresión de que podemos estar ante una excelente voz para el repertorio del último romanticismo y sus importantísimas secuelas.

La versión escuchada de la Sinfonía fantástica tan lejos queda de la lectura rutinaria cuanto de constituir un hito en la ya larga historia de la Orquesta Nacional. La falta de altura poética -es decir, el prosaísmo- observado en momentos como la introducción (Ensueños) o el movimiento de vais (Un baile) contrastó logros tan espléndidos como el inicio y el final de la Escena campestre, donde Angel Beriain -como inglés- se hizo acreedor al saludo destacado que no se le procuró el viernes.

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