35.000 personas demuestran que el peronismo es la principal fuerza política de Argentina

Serios incidentes se registraron en la noche del pasado lunes (madrugada en España) en Buenos Aires en el transcurso de una manifestación multitudinaria, de unas 35.000 personas, que conmemoró la gran marcha obrera del 17 de octubre de 1945 para solicitar que el general Juan Domingo Perón fuera restituido en la Secretaría de Trabajo.

El acto se celebró en el estadio de fútbol del club Atlanta y fue organizado por el Movimiento Nacional Justicialista, las 62 organizaciones peronistas y la Confederación General del Trabajo (CGT), la organización sindical de la misma obediencia ideológica....

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Serios incidentes se registraron en la noche del pasado lunes (madrugada en España) en Buenos Aires en el transcurso de una manifestación multitudinaria, de unas 35.000 personas, que conmemoró la gran marcha obrera del 17 de octubre de 1945 para solicitar que el general Juan Domingo Perón fuera restituido en la Secretaría de Trabajo.

El acto se celebró en el estadio de fútbol del club Atlanta y fue organizado por el Movimiento Nacional Justicialista, las 62 organizaciones peronistas y la Confederación General del Trabajo (CGT), la organización sindical de la misma obediencia ideológica.Los enfrentamientos que se registraron entre los manifestantes pusieron de manifiesto las serias divergencias en el seno del movimiento peronista.

Los primeros incidentes surgieron poco antes de que comenzase el acto, que congregó a miles de seguidores del peronismo. Un grupo identificado como perteneciente a la Intransigencia Peronista entró en el estadio gritando sus consignas, contrarias a las del denominado sector verticalista u ortodoxo.

El grupo que inició el desorden fue rápidamente rodeado por otros manifestantes pertenecientes a la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA) y de la dirección sindical. De los gritos opuestos entre ambos grupos se pasó a las agresiones físicas, que cesaron a los gritos de la multitud de "unidad, unidad".

El grupo de 3.000 jóvenes intransigentes, que fueron rodeados por los hombres del JPRA y de la dirección sindical, coreó, sin que obtuviera eco en el resto de los asistentes, gritos a favor de los desaparecidos y eslóganes tales como "La sangre derramada no será negociada", retirándose del estadio, antes que finalizase el acto, en medio de una lluvia de proyectiles improvisados.

Casi inmeditamente abandonaron el lugar las madres de la plaza de Mayo y los familiares de detenidos y desaparecidos por razones políticas y sindicales, aunque no fueron agredidos por el resto de los manifestantes.

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Algunos de los asistentes resultaron heridos, pero no se informó de que se registraran detenciones.

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