Cartas al director

Si yo fuera un golpista

Si yo fuera un golpista, estaría tranquilo ante las próximas elecciones, pese al porcentaje ridículo de votos que mi opción puede aglutinar, pues pensaría que, al fin y al cabo, bien se puede suplantar una soberanía popular por una acción violenta.Si yo fuera un golpista de uniforme, contaría con la ventaja de pertenecer a una minoría dentro de un colectivo al cual se considera fiel y respetuoso con las instituciones democráticas, lo cual me daría más margen de maniobra.

Si yo fuera un golpista, me sentiría afortunado al poder invocar para mí las leyes contra las que precisamente iría, ...

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Si yo fuera un golpista, estaría tranquilo ante las próximas elecciones, pese al porcentaje ridículo de votos que mi opción puede aglutinar, pues pensaría que, al fin y al cabo, bien se puede suplantar una soberanía popular por una acción violenta.Si yo fuera un golpista de uniforme, contaría con la ventaja de pertenecer a una minoría dentro de un colectivo al cual se considera fiel y respetuoso con las instituciones democráticas, lo cual me daría más margen de maniobra.

Si yo fuera un golpista, me sentiría afortunado al poder invocar para mí las leyes contra las que precisamente iría, incluyendo el hecho de que ya no existe la pena de muerte para nadie.

Si yo fuera un golpista, me emocionaría el hecho de poder visitar sin ningún problema a los santones de mi doctrina allí donde estuvieran presos.

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Si yo fuera un golpista, mi comodidad estribaría en la existencia de algún relevante político que jamás compararía mis acciones con los actos terroristas y, en general, en que los datos, implicaciones y claves de mi conspiración se verían ocultos para la opinión pública, al contrario de lo que ocurre ante esos otros actos; los partidos políticos no incardinarían al pueblo en la defensa del orden democrático que se han dado a sí mismos, no lo movilizarían con decisión y, en definitiva, no pedirían para mí mano dura, algo de mano dura, mucha mano dura./

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