LAS VENTAS

Gabriel Puerta y un picador, heridos

El quinto era un pregonao, "el toro más listo del mundo", en el decir coloquial de los taurinos, y le pegó una cornada a Gabriel Puerta. Luego estuvo a punto de pegársela a El Puno. El sexto derribó con estrépito; dejó fuera de combate al picador; caído que tuvo al caballo, se montó encima, le corneó por las patas y cuando los toreros metían los capotes para el quite, amagaba que los atendía pero, mientras tanto, mantenía la pezuña encima del caballo, del que había tomado posesión.La guerra fue el final de la corrida de ayer. Ese mismo sexto toro, en el siguiente encuentro, estrelló al caballo...

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El quinto era un pregonao, "el toro más listo del mundo", en el decir coloquial de los taurinos, y le pegó una cornada a Gabriel Puerta. Luego estuvo a punto de pegársela a El Puno. El sexto derribó con estrépito; dejó fuera de combate al picador; caído que tuvo al caballo, se montó encima, le corneó por las patas y cuando los toreros metían los capotes para el quite, amagaba que los atendía pero, mientras tanto, mantenía la pezuña encima del caballo, del que había tomado posesión.La guerra fue el final de la corrida de ayer. Ese mismo sexto toro, en el siguiente encuentro, estrelló al caballo contra las tablas y tiró al picador al callejón. En banderillas enganchó a Rafael Redondo por la axila y lo volteó de mala manera. No sabemos qué le vería Mario Triana a ese toro, para brindarlo al público, y la faena de muleta consistió en un reiterativo intento de dar derechazos que, naturalmente, el poderoso y manso animal no admitía. Lo que quería era irse al refugio de las tablas, conio hizo al final, y a ellas se pegó sin atender a razones (razones eran los intentos de descabellar, por parte del matador).

Plaza de Las Ventas

12 de octubre.Tres toros de Antonio Pérez, bien presentados, mansos. Tercero y quinto de Campos Peña, terciados; aquél noble, éste peligroso. Cuarto, sobrero de Palha, con trapío, flojo y manejable. El Puno. Estocada (palmas y saludos). Pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). Estocada corta (silencio).Gabriel Puerta. Dos pinchazos, estocada atravesada, dos descabellos -aviso- y dos descabellos más (silencio). Cogido al muletear quinto. Mario Triana. Pinchazo, estocada caída -aviso- y dos descabellos (silencio). Pinchazo hondo bajo, -aviso con retraso- y dos descabellos (silencio). Partes facultativos. Puerta sufre cornada de quince centímetros en un muslo que produce destrozos en abductores, y contunsión lumbar. Pronóstico reservado. El picador Antonio Cid, esguince en un tobillo. Pronóstico reservado.

En líneas generales, la corrida salió dura, pero algún toro se podía torear. Por ejemplo, el tercero, que tomaba con nobleza los engaños. Mario Triana se ayudaba con el estoque para instrumentar el natural y la gente se lo afeaba. La representó un veterano aficionado del tendido del 10: "¡No te ayudes!". No se ayudó. Y entonces dos naturales salieron perfectos. Muchos parabienes recibió por eso el veterano aficionado del tendido del 10, mientras que al diestro le podían dar morcilla; el público es así.

La verdad es que el trianero apenas se hacía querer. Las bondades del terciado toro tercero le desbordaban. Sacó tres redondos bonitos y ligados, pero treinta de antes y otros treinta de después, los sacaba feos y sin ligar. Este diestro, que ha gozado en sus principios de matador con espléndidas oportunidades, dejó es capar otra muy propicia. Con cierta envidia le contemplaban sus compañeros de terna, que no dispusieron de tan buen ganado.

El de Puerta resultó malo con avaricia. El apé, se le quedaba, y le sacó con esfuerzo los pocos pases que tenía. El de Campos Peña, que fue muy protestado por chico (aunque tenía trapío, a nuestro juicio), desarrolló sentido e iba al bulto. Lo sabía el diestro, que no se confiaba,y aún así resultó cogido, porque puestos a saber, el toro sabía mucho más. El Puno tuvo que despachar a ese toro resabiado, y faltó poco para que ocurriera lo contrario. Lidiadores, aficionados:, público en general, teníamos los pelos de punta mientras al Puno, cetrino de suyo como conviene a su origen bogotano, le había bajado la color y podía pasar por un turista danés. Los toros de su lote, en cambio, le habían salido discretamente manejables y los muleteó sin calidad.

Ultimamente salen en Las Ventas con extraña frecuencia toros expertos en tauromaquia, certeros en el derrote y de aviesas intenciones. Ayer mandaron dos toreros a la enfermería pero pudieron ser muchos más. El fin de temporada está siendo siniestro. Lidiadores con oficio hacen falta. Los hubo, vestidos de plata, y entre ellos destacó Curro Alvarez, lucido en banderillas, eficaz en la brega y pendiente de los quites. Si no llega a ser por este y otros veteranos subalternos, lo de ayer acaba fatal.

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