Aumenta la tensión social en Argentina

La tensión social en Argentina ha subido de tono a raíz de la huelga de 24 horas decretada el miércoles por los conductores de autobuses y los cuatro sindicatos ferroviarios, y que fue ampliamente seguida en Buenos Aires y en las principales ciudades argentinas.

A pesar de su carácter parcial, esta huelga constituye una seria advertencia para las autoridades. Al menos así lo han entendido el presidente, Reynaldo Bignone, y el comandante en jefe del Ejército, general Nicolaides, que ese mismo día recibieron a catorce dirigentes de la CGT, pertenecientes a la línea moderada, c...

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La tensión social en Argentina ha subido de tono a raíz de la huelga de 24 horas decretada el miércoles por los conductores de autobuses y los cuatro sindicatos ferroviarios, y que fue ampliamente seguida en Buenos Aires y en las principales ciudades argentinas.

A pesar de su carácter parcial, esta huelga constituye una seria advertencia para las autoridades. Al menos así lo han entendido el presidente, Reynaldo Bignone, y el comandante en jefe del Ejército, general Nicolaides, que ese mismo día recibieron a catorce dirigentes de la CGT, pertenecientes a la línea moderada, cuyas organizacio nes representan a las tres cuartas partes, del sindicalismo argentino.

Bignone y Nicolaides subrayaron en 91 curso de la reunión que "la agitación social" hace el juego a los sectores hostiles al retorno a la democracia en Argentina.

Presión sindical

Aunque el derecho de huelga fue suspendido por el régimen militar instaurado por el golpe de Estado de 1976, las autoridades castrenses han tenido que afrontar en varias ocasiones paros laborales masivos, especialmente a finales de 1977, y dos huelgas generales en abril de 1979 y julio de 1981.La huelga desencadenada el miércoles fue decidida bajo la presión de los representantes directos de las bases sindicales y, en varios casos, contra la voluntad de los dirigentes nacionales. Contrariamente a lo que ocurrió en los paros precedentes, en esta ocasión el poder militar no utilizó sus medidas de represión habituales, las fuerzas de seguridad apenas hicieron acto de presencia, y la jornada huelguista concluyó sin incidentes.

La moderación del Gobierno se explica por el hecho de que los paros del miércoles no responden directamente a motivaciones políticas, sino que traducen el profundo descontento " social generado por seis años de régimen militar.

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Consciente de esta situación, y ante el grave deterioro del poder adquisitivo de los salarios, el jefe del Estado argentino propondrá a los sindicatos un aumento del 40% del salario mínimo y una mejora sustancial de las prestacíones familiares a partir de septiembre. Esta propuesta ha sido rechazada de antemano, por considerarla escasa, por las dos grandes tendencias que existen en el seno de la Central General de Trabajadores (CGT, peronista).

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