AIberti y Bergamín intercambian en cartas-poema sus preocupaciones sobre España

Rafael Alberti y José Bergamín, que recibieron ayer el premio Pedro Salinas de Humanidades, instituido por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Ver la página 29 de este número), son amigos y miembros de la misma generación literaria, la de 1927. Esa relación, a través de una copiosa correspondencia en verso, está muy unida a la revista poética Litoral, fundada en 1926 por los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, y que encontró en su actual editor, José María Amado, en 1968, un continuador amantísimo.

La revista Litoral se hizo famosa a fuerza de servir de ...

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Rafael Alberti y José Bergamín, que recibieron ayer el premio Pedro Salinas de Humanidades, instituido por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (Ver la página 29 de este número), son amigos y miembros de la misma generación literaria, la de 1927. Esa relación, a través de una copiosa correspondencia en verso, está muy unida a la revista poética Litoral, fundada en 1926 por los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, y que encontró en su actual editor, José María Amado, en 1968, un continuador amantísimo.

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La revista Litoral se hizo famosa a fuerza de servir de cuna y de refugio a los poetas de la generación del 27. Fue en Litoral donde se publicó esta correspondencia bajo el título X a X, y puede decirse también que fue en Litoral donde se inició, pues la primera carta-poema está fechada por José Bergamín el día 4 de mayo de 1971 en Torremolinos, cuando pasaba unos días con su hijo Fernando en la casa de José María Amado.Aquellos días los aprovechó José Bergamín para recorrer, llevado de la mano por la nostalgia, las calles y los barrios que conoció de niño. Su tristeza por la situación de España en aquellos años le llevó a incluir en su primera carta a Alberti una impresión pesimista de lo que veía en la Costa del Sol, donde entonces se iniciaba el boom de la construcción turística.

"Escombros y rascacielos / es lo que se ve en España. / De un lado, todo se hunde. / Del otro, todo se alza. / Pero lo que se levanta, / ¡ay!, es norteamericano. / Los españoles se agachan".

La primera contestación de Alberti es en tercetos, y es palpable en ella la intención de levantar el ánimo a su corresponsal:

"Juntos nacimos a la poesía/ juntos la vimos inicial paloma / y también juntos cómo se moría. Era para llorar, mas no lloramos. Era para morir, mas no morimos. Para ya no nunca nadar, mas caminamos".

Los ciervos huyen del Pardo

Viene luego un intercambio de poemas en el que empiezan a aparecer con claridad las características fundamentales de toda la correspondencia: una durísima crítica de la situación de España por parte de Bergamín y una tristísima añoranza de la patria por parte de Alberti. En Madrid castillo famoso,Bergamín describe con amarga ironía la capital de España:

"La plaza Mayor es momia, cadáver embalsamado. / La vieja universidad / panteón, como San Carlos. / Le han salido a la Almudena / cuernos de toro embolado. / Y las manadas de ciervos huyen del monte del Pardo".

Los poetas se ven obligados a firmar con X para ahorrarse muy posibles disgustos. Hay una Carta urgente para Equis en la que Alberti se extraña de la tardanza de Bergamín en contestar a su poema anterior,

"Es el terror lo que te paraliza la mano; el recibir de pronto una paliza / por contemplar en un escaparate / de alguna librería / -¡oh infame disparate!- / un libro de Machado, / o por entrar en una galería / de arte, para admirar, pongo por caso, / veinticinco grabados de Picasso / y ser allí quemado / con ellos por la ley / que impone a sus guerrillas un tal Blas Cristo Rey?". Bergamín se muestra desesperanzado y no ve un futuro halagüeño para España. "Te trae a mal traer la monarquía", le dice Alberti desde Roma en marzo de 1972. La actitud de Bergamín aquellos años fue determinante de un enfado entre los dos poetas que no se pudo solucionar sino con los esfuerzos de numerosos amigos, entre ellos José María Amado, que cuenta el incidente en Litoral. Con ocasión de un viaje de los Reyes a Roma, hubo una recepción en la Embajada de España a la que fue invitado, y asistió, Rafael Alberti. Esto molestó a Bergamín, y su comentario a modo de coplilla ("Rafael, Rafael, ¿por qué fuiste a la embajada a regalarle a la espada tu clavel?") disgustó sobremanera a Alberti. Al regreso a España del autor de Marinero en tierra, los amigos comunes organizaron varios encuentros hasta lograr su reconciliación.

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