La guerra en el Atlántico sur

La guerra de los misiles

En la guerra de las Malvinas se han estrenado al menos seis nuevos sistemas de misiles, que han demostrado ser mortales y que pueden cambiar las ideas sobre las tácticas aéreas y navales. Los analistas y los fabricantes de armas siguen ávidamente este conflicto.El sistema de misiles Seawolf, con el que van equipadas algunas fragatas británicas, es de corto alcance, destinado a interceptar a los aviones y misiles enemigos. Funciona con dos radares: uno que detecta el blanco enemigo y otro que dirige el misil. La operación es prácticamente automática.

Michael Nicholson, corresponsal de la...

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En la guerra de las Malvinas se han estrenado al menos seis nuevos sistemas de misiles, que han demostrado ser mortales y que pueden cambiar las ideas sobre las tácticas aéreas y navales. Los analistas y los fabricantes de armas siguen ávidamente este conflicto.El sistema de misiles Seawolf, con el que van equipadas algunas fragatas británicas, es de corto alcance, destinado a interceptar a los aviones y misiles enemigos. Funciona con dos radares: uno que detecta el blanco enemigo y otro que dirige el misil. La operación es prácticamente automática.

Michael Nicholson, corresponsal de la televisión independiente británica en el Atlántico sur, describe la operación del Seawolf "como una trucha que atrapa a un pez más pequeño por debajo".

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En un gráfico reportaje, el corresponsal esbozó un ataque aéreo argentino. El capitán de una fragata británica estaba en la cabina de mandos sentado tranquilamente. Los sistemas se disparaban solos. Los ataques aéreos duraban segundos. Esta es la guerra moderna.

Para esquivar a estos misiles y evitar ser detectados por los radares, los aviones tienen que volar rápido y bajo. Pero incluso así, los argentinos han perdido muchos aparatos.

Entre los nuevos misiles estrenados en esta guerra figuran también los Seaskua (sobre helicópteros), los Seadart (de buque a aire, pero también de buque a buque), los Seacat (antiaéreo, en fragatas y destructores), los torpedos Tigerfish (submarinos) y el peligroso Exocet -que hundió al destructor Sheffield- con su vuelo rasante.

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En tierra, los británicos disponen de los sistemas Rapier, fácilmente transportables, que reconocen a los aviones propios. Usan un radar Marconi para el fuego a ciegas, pero también cuentan con un sistema óptico con televisión.

Sus misiles vuelan a una velocidad superior a mach 2 y alcanzan blancos entre el nivel de la tierra y tres mil metros de altura. Tanto argentinos como británicos disponen además de los pequeños misiles portátiles Blowpipe, cuyo sistema completo pesa unos veinte kilos, que vuelan a una velocidad supersónica. Pero se ha sabido ayer que la fragata Ardent fue víctima de unos cohetes similares a los que se utilizaron en Normandía en 1944. La guerra de las Malvinas obligará a reflexionar sobre el diseño de los buques.

Desde el aire, los aviones argentinos han causado estragos a las fuerzas navales británicas. En batalla aérea, los Sea Harrier británicos han demostrado su maniobrabilidad. Pero el misil es el arma más peligrosa de la guerra convencional en esta era, y si alguna lección se puede sacar hasta el momento de esta guerra es que las tácticas navales han de ser reformadas.

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