Más de un millón de toneladas de productos cancerígenos se producen cada año en España

Además de factores sobradamente conocidos por todos como causantes de cáncer (tabaco, alcohol, estrés, parásitos, medio climatológico, geográfico, etcétera), existe otro amplio espectro de factores a menudo olvidados a la hora de hacer una relación de los motivos del cáncer. Estas causas olvidadas son las ambientales y las relativas al medio laboral. De la importancia de las mismas ha hablado la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), cifrando en un 80% las enfermedades cancerígenas de oribuil ambiental, y en un 40%, las de origen estrictamente laboral.

En un informe de la OMS, p...

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Además de factores sobradamente conocidos por todos como causantes de cáncer (tabaco, alcohol, estrés, parásitos, medio climatológico, geográfico, etcétera), existe otro amplio espectro de factores a menudo olvidados a la hora de hacer una relación de los motivos del cáncer. Estas causas olvidadas son las ambientales y las relativas al medio laboral. De la importancia de las mismas ha hablado la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), cifrando en un 80% las enfermedades cancerígenas de oribuil ambiental, y en un 40%, las de origen estrictamente laboral.

En un informe de la OMS, profusamente difundido por los medios de comunicación, se habla de que, según las previsiones, para el año 2000, una quinta parte de la población europea y norteamericana puede morir de cáncer. Estas previsiones están basadas en el hecho de que más de la mitad de la población mundial vive en estos países, en los cuales el cáncer figura entre las principales causas de muerte. Tanto en Europa como en Estados Unidos, "son de prever", asegura el informe de la OMS, "importantes modificaciones del medio ambiente como consecuencia de la industrialización y la urbanización. Algunas de esas modificaciones pueden tender a aumentar los riesgos de cáncer para la población".Las bases para que se materialicen las modificaciones en el medio ambiente previstas por la OMS se están poniendo ya: este periódico recogía en sus páginas la noticia de que el deterioro de la atmósfera era causado principalmente por los países desarrollados. Según un informe elaborado Flor el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), "Estados Unidos produce el 25% del bióxido de carbono mundial, y este país, junto con Europa (occidental y orienta¡) y la URSS, es el responsable del 75% del total de bióxido de carbono que se lanza a la atmósfera". Aun sin aventurar qué consecuencias va a traer para la vida el efecto de invernadero que puede producir el bióxido de carbono al calentar la baja atmósfera, lo cierto es que en la actualidad la contaminación ambiental es la causa directa de la muerte de 4.000 personas cada año en Estados Unidos; de que cada japonés tenga en su cuerpo, por término medio, un tercio de la dosis de mercurio orgánico necesaria para provocar la enfermedad llamada ninamata, que se manifiesta en la deformación de miembros, parálisis y, en último extremo, la muerte; de que 500.000 personas se envenenen al año por causa de los pesticidas, como ha puesto de manifiesto el libro Circle of poison (Círculo de veneno), publicado en Estados Unidos el pasado año. En España, aunque la situación no ha llegado a ser tan alarmante como en países más desarrollados, los índices de contaminación de alguna sustancia tan inequívocamente fomentadora del cáncer como es el plomo están elevándose: ahí están, como muestra, la contaminación por este metal del embalse gallego de Zamanes o los índices de intoxicación grave entre niños de algunas zonas de la periferia de Madrid.

Y cuando se habla de contaminación del medio ambiente no hay que pensar exclusivamente en el bióxido de carbono, en el plomo o en el mercurio, sino en los más de cuatro millones de sustancias químicas que lo inundan; en los más de 700.000 productos químicos que, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son utilizados diariamente por la industria, a la que se incorporan 10.000 productos nuevos cada año, muchísimos de los cuales son desconocidos en lo que se refiere a sus consecuencias.

El hecho de que las investigaciones sobre la potencialidad cancerígena de las sustancias químicas utilizadas en la industria se realicen siempre después del uso y manipulación de esas sustancias hace que "la verdadera etiología de muchos tumores cancerígenos sea desconocida, aunque esté demostrada la influencia del medio laboral en el nacimiento o desarrollo de la enfermedad", según reconoce la Oecupatícinal Safety and Health Administration (OSHA), organismo dependiente del Departamento de Trabajo de Estados Unidos. Este organismo tiene contabilizados, aparte de los cuarenta agentes cuya cancerogenicidad en el medio laboral está plenamente demostrada por la OIT, "2.500 productos potencialmente cancerígenos utilizados en la industria americana", que pueden ser los causantes del 40% de las 400.000 personas que mueren al año por esta enfermedad en EE UU.

La situación en España

En nuestro país no exiIsten estadísticas sobre la incidencia del medio laboral como causa de cáncer porque, según Angel Carcoba, del gabinete de salud laboral de CC OO de Madrid, "la gran mayoría de las bajas por causa laboral se enmascaran en enfermedades comunes, con lo que, además de falsear la realidad, el coste de esa baja lo va a cubrir la Seguridad Social, es decir, todos los españoles, y no la empresa, en muchos casos verdadera culpable de la baja por no estar al día en cuanto a condiciones de seguridad e higiene".Este trasvase de enfermedades profesionales a enfermedades comunes queda reflejado en datos comparativos con otros países: mientras en Estados Unidos hubo 4.000 bajas por enfermedades profesionales (no solamente cáncer) porcada millón de trabajadores en el año 1979, y en la República Federal de Alemania 1.490, en España sólo hubo 907 casos de bajas a causa del trabajo, lo cual significaría que los españoles trabajamos en condiciones cuatro veces más favorables que los americanos y casi el doble que los alemanes. Pero esta idea está descalificada por la propia realidad, tanto en lo que se refiere al cumplimiento de la legislación en materia de seguridad e higiene en nuestro país como a las restricciones para el uso y manipulación de sustancias cancerígenas.

Legislación poco restrictiva

En España, según fuentes sindicales, "menos del 5% de las empresas cumple las normas de seguridad e higiene dentro de la factoría, y con respecto a los periódicos reconocimientos médicos previstos desde 1974 por la OIT. A esta situación se suma el hecho de que la normativa que regula la medicina en la empresa data de 1959 y que el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres y Peligrosas es de 1961, con lo que parece que en España estamos ignorando los avances de los últimos veinte años en medicina y ciencia".En el verano del pasado año, en unas jornadas sobre calidad de vida, en las que participaron representantes de la Administración, Benjamín Fernández, subdirectiar general de Medicina y Sanidad Ambiental, señaló que "habría que dejar de utilizar los productos más tóxicos, a partir de una vigilancia organizada de la toxicología". Pues bien, esta vigilancia de productos tóxicos de que hablaba Benjamín Fernández no parece haberse llevado a cabo con productos tan probablemente cancerígenos como el plomo o el amianto, ya que, por lo que respecta a este último, la legislación española es mucho más tolerante que la de los países de la CEE: aquí se permiten 175 millones de partículas de amianto por metro cúbico de aire, mientras que en el Mercado Común sólo se toleran dos fibras por centímetro cúbico, y se tiende, como en Estados Unidos, a dejar de producir este material por la peligrosidad demostrada que conlleva.

Además, en nuestro país se siguen utilizando hoy más de los veintiún productos tóxicos que muestra la tabla adjunta, puesto que en ella no están contempladas las industrias del amianto, que producen al año más de doscientas toneladas de esta sustancia. Con todo, según el Servicio Social de Higiene y Seguridad del Trabajo, las 76 instalaciones que producen en España cancerígenos químicos alcanzaron, en el último año de que se disponen datos (1979), una producción total de 1.100.746 toneladas de dichos compuestos.

Un circulo vicioso

Esta permisividad española en productos considerados cancerígenos o supuestamente cancerígenos, según la International Agency for Research on Cancer (IARC), se debe a que las legislaciones restrictivas de países tan poderosos como Estados Unidos han obligado a las empresas productoras a crear unos controles exhaustivos sobre las sustancias químicas. Ante esto, muchas de las empresas han optado por cerrar sus puertas y trasladarse a países como el nuestro. Este es el caso de la compañía Standco, de elaboración de amianto textil, o de la petroquímica Dupont, que se instaló en Tarragona después de que fuese eliminada en Estados Unidos por la morbilidad de su contaminación. La situación que se crea a partir de ese momento es el comienzo de un círculo vicioso: la Administración americana premia a los países que acogenj este tipo de industrias con un régimen de importación preferencial (entre estos países figura España), y en ese régimen especial se incluyen Importaciones de aquellas sustancias cuya elaboración supone un riesgo de cáncer, motivo por el que EE UU no la produce, y acicate (el comercio) para que se siga produciendo aquí. Este es el caso de materias peligrosas como el zinc, que comenzó a exportarse a América en 1976, o el mercurio, cuya demanda tuvo lugar a partir del cierre de 105 de las 109 minas que de este metal había en Estados Unidos.La permisividad de nuestras leyes, cuya filosofía ha cambiado poco después de la época franquista, "puede traer consecuencias dramáticas para España en los próximos años", según ha declarado en repetidas ocasiones Vicente Navarro, catedrático de Salud Pública de la Universidad John Hopkins (Baltimore, EE UU) y autoridad reconocida mundialmente en estas cuestiones. Y esto puede ser así no sólo por el hecho de que sigan ignorándose los controles preventivos en nuestro país, sino porque la demostración de la cancerogenicidad de una sustancia no quiere decir que su producción deje de aumentar.

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