Presentada una edición de bibliófilo de la Constitución

Una edición de bibliofilia de nuestra Constitución, con una tirada limitada a 250 ejemplares, fue presentada anoche en la Casa de la Panadería del Ayuntamiento de Madrid. El texto ha sido impreso sobre papel de 160 gramos, grabado al agua con un emblema de la edición, empleándose una tipografía que reproduce la habitual en nuestros siglos XVI y XVII y capitulares especialmente diseñadas. El volumen, lujosamente encuadernado a mano, está ilustrado por 41 artistas y editado por Colecciones Privadas.

Las ediciones de bibliofilia, en las que artistas de renombre ilustran con una tirada limi...

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Una edición de bibliofilia de nuestra Constitución, con una tirada limitada a 250 ejemplares, fue presentada anoche en la Casa de la Panadería del Ayuntamiento de Madrid. El texto ha sido impreso sobre papel de 160 gramos, grabado al agua con un emblema de la edición, empleándose una tipografía que reproduce la habitual en nuestros siglos XVI y XVII y capitulares especialmente diseñadas. El volumen, lujosamente encuadernado a mano, está ilustrado por 41 artistas y editado por Colecciones Privadas.

Las ediciones de bibliofilia, en las que artistas de renombre ilustran con una tirada limitada de obra gráfica un texto concreto, son una práctica muy frecuente desde finales del pasado siglo. Más que una mera ilustración del texto, estas ediciones suponen una creación paralela, de fuerza equivalente, entre la plástica y la literatura. En ocasiones, el pintor y un poeta cooperan en la creación de una obra inédita; otras, el artista escoge un texto ya existente. En este segundo caso, la elección suele recaer sobre una obra especialmente célebre, que, de algún modo, funciona como paradigma de la creación literaria. Ejemplos clásicos en este sentido pueden ser Las metamorfosis, de Picasso; el Pantagruel, de Derain, o la Teogonía, de Braque.Pero un caso como el que comentamos, en el que una serie representativa de artistas ilustra un texto constitucional, sienta un precedente bastante insólito. Cierto es que, en el campo de nuestros textos políticos, la Constitución posee también, de forma muy especial, ese carácter de paradigma que se acostumbra a buscar en lo literario. Tampoco hay que olvidar que, de algún modo, esta Constitución parece destinada a ser «la Constitución de los artistas», pues ya para su edición príncipe se utilizó un alfabeto cursivo especialmente diseñado por el pintor José Luis Alexanco. De hecho, el entusiasmo que en este proyecto han demostrado los pintores parece ser un deseo de aportar su grano de arena a la consolidación de algo que viene a traducir en palabras las aspiraciones de un compromiso moral y político que, de forma más o menos implícita, los creadores, en este país, han asumido en muchas ocasiones.

Los 41 artistas convocados para esta obra suponen una representación bastante amplia de nuestro panorama plástico y han aportado, por tanto, soluciones muy diversas. Se echarán, tal vez, en falta algunos nombres, cuya ausencia puede responder unas veces a causas meramente circunstanciales; otras, a una intención un tanto inclinada hacia. aquellos pintores. que, de forma especial, dedican parte de su esfuerzo a la obra gráfica. Algunos pensarán que se ha mantenido un criterio muy ancho, que la selección resulta variopinta. Pero hay que convenir en que, en justicia, no era este un caso en que cupiera mantener una selección de tendencias, sino más bien un lugar de consenso en el que podrían darse cita elementos artísticamente contradictorios.

Así, con la figura un tanto presidencial de Miró, muchos son los artistas de renombre que aquí encontramos: Gregorio Prieto, Barjola, Cuixart, Alvaro Delgado, Equipo Crónica, García Ochoa, José Luis Verdes, Cristóbal Toral... La solución adoptada de forma más general a la hora de abordar el trabajo ha sido la de crear una imagen que aludiera directamente a alguno de los conceptos que la Constitución incluye. Aunque esa intención puede quedar menos explícita en aquellos artistas que (como Sempere, Lucio Muñoz o Guinovart) se orientan hacia la abstracción, con frecuencia se consigue una relación literal-imagen-texto, ya sea por medio de un realismo de localización geográfica (como en Amalia Avia), de una expresión crítica (Saura o Genovés) o por metáforas de corte más superreal (Ponc, Viera, Aparicio).

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