Otra oportunidad de oro para José Fuentes

Plaza de Las Ventas. 12 de octubre. Corrida de la Hispanidad. Toros de Hermanos Fraile y primero de José Escobar, bien presentados, flojos, nobles. Pepe Cáceres: Media (silencio). Pinchazo y media (silencio). José Fuentes: Estocada tirando la muleta (oreja). Estocada (oreja y dos vueltas). Rafael Sandoval, que tomó la alternativa: Pinchazo, estocada (primer aviso), nueve descabellos (segundo aviso) y otro descabello (silencio). Bajonazo (silencio). Fuentes salió a hombros por la puerta grande. Entre taurinos se u...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Plaza de Las Ventas. 12 de octubre. Corrida de la Hispanidad. Toros de Hermanos Fraile y primero de José Escobar, bien presentados, flojos, nobles. Pepe Cáceres: Media (silencio). Pinchazo y media (silencio). José Fuentes: Estocada tirando la muleta (oreja). Estocada (oreja y dos vueltas). Rafael Sandoval, que tomó la alternativa: Pinchazo, estocada (primer aviso), nueve descabellos (segundo aviso) y otro descabello (silencio). Bajonazo (silencio). Fuentes salió a hombros por la puerta grande. Entre taurinos se utiliza esta frase para definir la determinada buena suerte de las personas: «Ha tenido más oportunidades que José Fuentes». Es una mordaz referencia a las veces que este torero se ha encontrado con la posibilidad de colocarse en la cumbre del toreo y la ha dejado escapar. Una de ellas ocurrió ayer, y fue su penúltima oportunidad de oro, con la salida a hombros por la puerta grande de Las Ventas.

La fortuna le sonrió al reservarle dos de los mejores toros que se hayan visto en la temporada. Dos toros tan pastueños comó si estuvieran embrujados, de noble y repetidora embestida hasta el infinito. Dos toros de triunfo sonado, para el escándalo, para la apoteosis, para fundirse con ellos en la ensoñación del toreo y entrar en orgasmo, como dice Jaime de Armiñán que entró Antonio Bienvenida una tarde de arte y fantasía.

Ignoramos si José Fuentes entró en orgasmo, pero, en cualquier caso, no lo parecía. En las dos faenas que realizó trascendía la pulcritud de los muletazos -y tampoco todos-, una verticalidad mayestática, absoluto dominio para centrar el muleteo en un espacio reducidísimo de terreno, todo lo cual son positivos aditamentos del arte de torear. Pero no sentimiento, nunca, y ni siquiera estricta ortodoxia en la ejecución de las suertes, pues los tropezones de las astas en la muleta no resultaban infrecuentes, y era continuo ese dichoso toque al pitón contrario, absolutamente innecesario con aquella delicia de toros, e incluso el pico, la muleta en uve para embarcar unas embestidas que jamás dejaron de ser Fijas, rectas y suaves.

De cualquier forma, hubo pases muy largos, hasta con el capote dibujó lances de admirable temple y es incontestable la reacción del público, que se, entregó sin reservas al torero y le aclamó, sobre todo después de conseguir un volapié sensacional en su segundo toro. De nuevo José Fuentes, el rey de las oportunidades, tiene una de oro para iniciar la próxima temporada con crédito y cartel, y seguir adelante hasta alcanzar el puesto cimero que tantas veces ha dejado escapar.

Salió la corrida, en conjunto, muy blanda, y vistas las tremendas protestas que habían suscitado los toros cojos de la corrida anterior, extraña que el público no organizara el gran escándalo. Quizá fuera otro público. O quizá era que ya estaba afónico. El caso es que, al contrario de lo que sucedió el domingo, los toreros no se vieron entorpecidos en sus justos propósitos de hacer el toreo. Cuestión distinta es que. esos propósitos llegaran a cuajar. En José Fuentes ya, hemos visto que sí. En Rafael Sandoval y Pepe Cáceres ya veremos que no.

Sandoval tomó la alternativa, y desde el primer lance que acertó a instrumentar pudo observarse que está muy verde. Entre pruebas, dudas y suspiros, se dejó ir sin torear dos toros aptos. Pepe Cáceres, que reaparecía en España después de muchos años de ausencia, en la veteranía de sus veinticinco años de alternativa, tuvo una actuación muy digna, pero no consiguió serenar el ánimo tanto como para consentir que le pasaran por la faja los tremendamente astifinos pitones de los toros que le correspondieron. Los del quinto causaban pavor a vista de tendido y a vista de redondel es de suponer que el sobresalto aún sería mayor. Cáceres toreó a esa res por el pitón izquierdo, sin temple, y lo mató con habilidad.

Es evidente que estamos en el año de los veteranos y Pepe Cáceres no debe quedarse atrás. Seguramente, lo que le pasó ayer es que acusaba el contraste entre el trapío del toro español y el que habitualmente se lidia en Suramérica. Merece otra oportunidad, aunque no pueda ser, precisamente, de oro, como la de José Fuente.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En