Reagan quiere liberalismo económico para el Tercer Mundo

Con gran sorpresa para todos los observadores políticos, Alexander Haig, secretario de Estado norteamericano, centró su alocución ante la Asamblea General de la ONU en definir las nuevas líneas de cooperación para el desarrollo de la Administración Reagan, basadas en un liberalismo económico y estímulo de la inversión privada para sacar a los países pobres. del subdesarrollo.Es evidente que Haig marcó el tono de las posturas que defenderá el propio presidente Ronald Reagan en la próxima reunión del diálogo Norte-Sur, que reunirá a veintidós jefes de Estado y de Gobierno de países ricos ...

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Con gran sorpresa para todos los observadores políticos, Alexander Haig, secretario de Estado norteamericano, centró su alocución ante la Asamblea General de la ONU en definir las nuevas líneas de cooperación para el desarrollo de la Administración Reagan, basadas en un liberalismo económico y estímulo de la inversión privada para sacar a los países pobres. del subdesarrollo.Es evidente que Haig marcó el tono de las posturas que defenderá el propio presidente Ronald Reagan en la próxima reunión del diálogo Norte-Sur, que reunirá a veintidós jefes de Estado y de Gobierno de países ricos y pobres, del 22 al 24 de octubre, en Cancún (México).

"Un trasvase de recursos de los países desarrollados hacia los subdesarrollados es simplemente irrealista", dijo Haig. "No perdamos más tiempo en debates estériles y peticiones utópicas", insistió. Sólo "la iniciativa privada", en una economía de libre cambio total, exenta de todas tendencias proteccionistas, salvará al Tercer Mundo.

Estimular las negociaciones bilaterales, las reglas del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y proteger las inversiones de países desarrollados en países en vías de desarrollo, forman la trilogía de la nueva doctrina de desarrollo estadounidense.

Haig abogó, sin embargo, "por un programa de cooperación a largo plazo" para los países más pobres del globo, opinión que contrasta, en realidad, con las reservas que puso EEUU en la última reunión, en París, donde el grupo de países ricos debíafijar mínimos vitales de ayuda.

Tampoco parece coherente la política de ayuda al desarrollo norteamericana, en un momento en que, velando por un equilibrio presupuestario, Washington recorta sus programas de cooperación hacia el Tercer Mundo.

En realidad, la filosofía expuesta por Haíg ante la ONU, escuchada con bastantes reservas, a juzgar por las reacciones de diplomáticos de países en vías de desarrollo, no es más que una extensión del liberalismo económico a ultranza que el equipo que dirige Ronald Reagan está intentando aplicar a nivel interno.

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