Calvo Sotelo piensa en la crisis de Gobierno para después del consejo de guerra por el 23-F

El pacto sobre el empleo, el efecto de arrastre del relanzamiento de la economía americana, la baja en los precios de los crudos, el reflejo alcista de la Bolsa y el relativo alivio de la presión terrorista en estos últimos días configuran unas perspectivas optimistas, por primera vez en cuatro años, y alientan la euforia de Leopoldo Calvo Sotelo al traspasar el umbral de los primeros cien días de Gobierno.

Las respuestas del presidente en su conferencia de Prensa de Barcelona y otras bajo cuerda de sus allegados permiten rastrear los planes políticos. que acaricia a medio plazo. En el ...

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El pacto sobre el empleo, el efecto de arrastre del relanzamiento de la economía americana, la baja en los precios de los crudos, el reflejo alcista de la Bolsa y el relativo alivio de la presión terrorista en estos últimos días configuran unas perspectivas optimistas, por primera vez en cuatro años, y alientan la euforia de Leopoldo Calvo Sotelo al traspasar el umbral de los primeros cien días de Gobierno.

Las respuestas del presidente en su conferencia de Prensa de Barcelona y otras bajo cuerda de sus allegados permiten rastrear los planes políticos. que acaricia a medio plazo. En el Gobierno, salvo sorpresas imprevisibles, no se dibuja ninguna crisis, por lo menos hasta después de los consejos de guerra que habrán de sustanciar en primera instancia las responsabilidades de los implicados en el frustrado golpe de Estado del 23-F.

Precaverse de las urnas gallegas

En el partido los dos asesores principales de Calvo Sotelo de tienden alternativas discrepantes. José Pedro Pérez-Llorca, que continúa mucho más volcado en los asuntos interiores, defiende la necesidad de que el jefe del Gobierno haga su desembarco como presidente de Unión de Centro Democrático, sin aguardar más, aprovechando las cotas de popularidad que le conceden las últimas en cuestas de opinión pública. El ministro de la Presidencia, Pío Calbanillas, recomienda, por su parte, aplazar esa maniobra hasta después de las elecciones al Parlamento regional gallego, que habrán de celebrarse preceptivamente antes del 25 de octubre.¿Qué puede cosechar UCD en esas elecciones gallegas? El triunfo desbordante se descarta de antemano. Las aspiraciones centristas no van más allá de conseguir un límite aceptable de la magnitud del deterioro respecto de anteriores resultados. UCD daría por buena una votación que le asegurase el segundo lugar; eso sí, por encima de Alianza Popular, que ahora respira triunfalismo. Con este panorama, en el que puede incidir algún factor negativo, no hay necesidad alguna -parece razonar Pío Cabanillas- de que gravite sobre Calvo Sotelo, como nuevo presidente del partido, la cortedad o el hipotético fracaso de UCD en las urnas gallegas.

Por el contrario, si Calvo Sotelo optase, según le aconseja el ministro de la Presidencia, por mantenerse en una activa espera, podría sin dificultad apuntarse en su haber cualquier resultado pasable que llegara a obtenerse en Galicia, y al mismo tiempo nada impediría descargar íntegramente sobre las espaldas de Rodríguez Sahagún la responsabilidad de un improbable fracaso de graves dimensiones.

Más allá de la crecida de autoridad en favor de Calvo Sotelo, que no se discute aún por ninguna de las tendencias agrupadas en UCD, y que ha tenido a su favor la irreprochable actitud de Adolfo Suárez, extremadamente cuidadoso de evitar hasta las apariencias de participar en cualquier enredo, prosigue tenaz el empeño que capitanean Oscar Alzaga y Miguel Herrero de Miñón por anclar el partido en posiciones de derecha y sellar un pacto con la Coalición Democrática de Fraga Iribarne.

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Reunión de los propagandistas católicos

Bajo las actitudes de Alzaga y Herrero subyace un cierto enigma inexplicado. En medios políticos se concede mucha importancia al reciente encuentro que, bajo la convocatoria de Abelardo Algora, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas, han celebrado los hombres públicos de esa procedencia, desde Federico Silva Muñoz hasta Joaquín Ruiz Giménez, pasando por Alfonso Osorio, José Luis Ruiz Navarro, Oscar Alzaga y Fernando Alvarez de Miranda, por citar algunos de los más significados.Se cree saber que la decisión de los democristianos de UCD después de examinar el panorama ha sido la de continuar en las filas centristas, impulsando al máximo la influencia de sus colores dentro del partido. Si como resultado de todo ello se hace incómodo a los socialdemócratas la vida en UCD, que se vayan ellos, parecen decir los democristianos.

Los observadores no acaban de explicarse las pretensiones de pacto con Coalición Democrática que defienden Alzaga y Herrero. Una coalición electoral no tiene sentido alguno en un momento como el presente, en el que no hay elecciones a la vista. No se ve qué puede añadir un pacto de legislatura cuando nunca han fallado los votos de CD en las ocasiones en que han sido necesarios para UCD.

Algunos apuntan que la posición Alzaga-Miñón busca tan sólo cumplir el objetivo acordado de reforzar la influencia democristiana en el conglomerado UCD. Otros señalan que podría servir también de palanca para alinear algunas impaciencias políticas de sus protagonistas.

Un influyente miembro de la ejecutiva centrista explicaba a EL PAIS que ya hay experiencia de lo que da de sí una coalición electoral UCD-CD. Ese fue el caso de los comicios municipales en la ciudad de Madrid. José Luis Alvarez consiguió la retirada, teóricamente en su favor, del candidato de Coalición Democrática. El resultado final fue una votación para Alvarez claramente inferior a la proyectada para el caso de que se hubiera presentado sin esos ansiados apoyos.

En definitiva, la suma de UCD más CD fue inferior al primero de los sumandos, porque el votante de CD no acabó de entrar por el aro de echar su papeleta en favor del candidato de UCD, y algunos votantes de UCD tampoco se sintieron inclinados a hacerlo por un candidato propio que sentía tanta proclividad hacia la derecha de CD.

Cambio por la izquierda y miedo por la derecha

Para el aludido diputado centrista y destacado ex ministro, los resultados electorales de Alianza Popular en 1977 y de Coalición Democrática en 1979 demuestran la inapreciable incidencia que supuso para Fraga sumar en sus filas a los grupúsculos que encabezaban Alfonso Osorio, José María de Areilza y otros. Análogamente, esos cálculos centristas predicen que una comparecencia electoral en 1982 o 1983 de UCD con el acompañamiento de CD no significaría una mejora sobre la situación parlamentaria actual, sino, más bien, lo contrario.Para algunos miembros de la ejecutiva socialista, la transición política española ha sido un proceso antagónico del que concluye la sublevación de 1936. Según esa explicación, en 1977 y en 1979 se hizo posible que, sin rubor, una persona cristiana pudiera votar a la izquierda y una persona demócrata pudiera hacerlo al centro. Esa convergencia, que hizo habitable políticamente este país, es la que ahora se encuentra amenazada por la propensión a la derecha en UCD, que busca la vuelta a la crispación, en opinión de los diputados socialistas aludidos.

De acuerdo con su análisis, la derecha parece dar por cerrado el cambio y renuncia a lanzar cualquier mensaje en esa dirección, abandonada en adelante por completo a la responsabilidad del PSOE. En consecuencia con esa decisión, la búsqueda de clientela electoral para los colores de ese centro embarcado en la derecha tendrá que hacerse buscando puntos de ruptura y sacando provecho de un cierto miedo ambiental que va a sembrarse decididamente.

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