Carlos Saura y Antonio Gades entusiasman en el Festival de Cannes con "Bodas de sangre"

Presentada fuera de concurso, la película de Carlos Saura Bodas de sangre ha sido la primera en abarrotar la gran sala del festival, y la primera también en despertar tumultos en la conferencia de Prensa. El éxito de la película ha obligado a la organización del festival a prescindir de una de las proyecciones de Calles violentas, la primera producción norteamericana a concurso, para repetir el filme español.

En la conferencia de Prensa se planteó la cuestión de si no era Bodas de sangre un buen camino para el cine de nuestro país, prescindiendo de imitaciones. Berlanga fue q...

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Presentada fuera de concurso, la película de Carlos Saura Bodas de sangre ha sido la primera en abarrotar la gran sala del festival, y la primera también en despertar tumultos en la conferencia de Prensa. El éxito de la película ha obligado a la organización del festival a prescindir de una de las proyecciones de Calles violentas, la primera producción norteamericana a concurso, para repetir el filme español.

En la conferencia de Prensa se planteó la cuestión de si no era Bodas de sangre un buen camino para el cine de nuestro país, prescindiendo de imitaciones. Berlanga fue quien propuso el tema, una vez que los periodistas extranjeros agotaron sus cuestiones en torno al punto de vista que Saura había adoptado para filmar el ballet de Antonio Gades: «Jamás he visto una representación en el escenario. Conozco la obra de un solo ensayo y ese ensayo es el que he querido reproducir en mi película», confesó el director español.Frente a la penuria de estos primeros días de festival, destacada por toda la Prensa. Bodas de sangre ha venido, por tanto, a iniciar el auténtico Cannes. «El sueño de mi vida era participar en este festival fuera de concurso», decía Saura, «pero esto sólo puede conseguirse cuando se han ganado algunos premios».

Sin embargo, el entusiasmo de esta proyección no ha sido mantenido por las películas siguientes. Aún habrá que esperar unos días para que los auténticos filmes-estrellas aparezcan en el escenario de la Croisette. Mientras tanto, entre película y película, habrá que conformarse con la contemplación de las cinco avionetas que vuelan sobre la bahía arrastrando carteles propagandísticos del Superman 3, ya en rodaje, o con las inmensas piernas de cartón que custodian la entrada del hotel Carlton -lugar de las transacciones comerciales-, que anuncian la última entrega de James Bond: Sólo por tus ojos, y que la actriz francesa Carole Bouquet ha calificado de pornográficas.

Película de época

Las películas a competición síguen decepcionando en la mayoría de los casos. Y eso que Pasión de amor, de Ettore Scola, propone una apasionante historia vivida por una mujer fea que, a causa de su fealdad, es marginada por todos. La pasión que siente por un joven militar le conduce a perseguirle sin tregua hasta que el oficial, con su vida hundida, descubre en ella una idéntica pasión de amor. Las alusiones a la dificultad que la vida militar crea para entender aspectos de la realidad que se escapen de sus principios son continuas en la película de Scola: quizá sea en esta vertiente donde el autor de Una jornada particular o los mejores fragmentos de Viva Italia ha querido conectar con el resto de su obra: «Esta es una película de época, ciertamente», dice el director -su obra está ambientada en el siglo XIX-, «pero sólo los trajes son de época. Como de costumbre, he querido hablar de los marginados. Si antes han sido los emigrados, los homosexuales o los humillados de cualquier género o país, en esta ocasión he optado por defender la fealdad, por negar valor alguno a la belleza física».De cualquier forma, ha sido la película de John Huston rodada en 1945 y prohibida desde entonces, Let there be light (Deja que haya luz podría ser el título en español), la que mejor ha definido la mentalidad de una parte del ejército. Filmando a personajes auténticos que al regreso de la segunda guerra mundial conservaban íntegros sus cuerpos, pero deformada su sensibilidad, contemplando los sistemas terapéuticos que se les aplicaban, Huston hace un aleclato contra la guerra y contra quienes la defienden. Los últimos minutos de su película, sin embargo, caen en la propaganda más barata, obligada por el carácter oficial de su película. No era preciso conocer ese dato para comprobar que se distanciaban enormemente del resto de su trabajo, presentado, como se sabe, ahora por vez primera y fuera de concurso.

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