Después del atentado contra Reagan

Los aliados europeos desean un rápido restablecimiento a Reagan

«Me siento muy feliz de saber que su estado de salud es excelente. El Consejo Atlántico le desea un rápido restablecimiento». Este telegrama enviado al presidente norteamericano, Ronald Reagan, por el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Joseph Luns, traduce muy sinceramente el estado de ánimo de los aliados europeos, para los que una prolongada incapacidad de Reagan sería, una «auténtica catástrofe».Los aliados europeos de Estados Unidos han expresado ya en varias ocasiones su preocupacion por la lentitud con la que la Administración norteamericana...

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«Me siento muy feliz de saber que su estado de salud es excelente. El Consejo Atlántico le desea un rápido restablecimiento». Este telegrama enviado al presidente norteamericano, Ronald Reagan, por el secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Joseph Luns, traduce muy sinceramente el estado de ánimo de los aliados europeos, para los que una prolongada incapacidad de Reagan sería, una «auténtica catástrofe».Los aliados europeos de Estados Unidos han expresado ya en varias ocasiones su preocupacion por la lentitud con la que la Administración norteamericana está diseñando su línea de actuación frente a los problemas más urgentes de política internacional. El atentado sufrido por el presidente estadounidense amenazaba con imponer una pausa aún mayor y obligar a los países de la OTAN a permanecer más tiempo en la incertidumbre respecto a cuestiones tan fundamentales para ellos como, por ejemplo, Oriente Próximo.

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Además, los expertos aliados estiman que un «vacío de poder» en el país líder de la OTAN constituye un «peligro real» para la Alianza y «anima» a la Unión Soviética a endurecer aún más sus posturas. Si el vicepresidente norteamericano hubiera tenido que hacerse cargo de la Administracíón durante un mes, la tensión Este-Oeste, afirman dichos expertos, habría aumentado considerablemente.

Las buenas noticias difundidas por la Casa Blanca, según las cuales Ronald Reagan podrá dirigir el Estado desde su habitación del hospital, se acogen en Bruselas con un suspiro de alivio, aunque nadie niega que, pese a todo, el atentado ha tenido ya consecuencias y tendrá aún más. La primera, por ejemplo, ha sido que el prirner ministro holandés, Andreas Van Agt, encargado por sus colegas de los diez de plantear a Reagan la moderación en las tasas de interés y de explicarle la iniciativa europea respecto al conflicto árabe-israelí, se ha tenido que conformar con hablar con el vicepresidente Bush y en unas circunstancias poco favorables.

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