Importante giro hacia la seriedad de la plaza de Valencia

La feria fallera, recientemente terminada, ha transcurrido por unos cauces de rigor que, por su proyección, la convierten en una de las más interesantes de los últimos años. Bastó con que la autoridad decidiera que el reglamento se cumpla para que la plaza haya dado un importante giro hacia la seriedad y para que los taurinos cmpíecen a temerla.Podrían hablar por sí solos los datos: en las seis corridas falleras se han dado más avisos que orejas (once contra ocho), cuando hasta ahora era siempre al revés. Nada menos que diecisiete subalternos han sido sancionados por infracciones en la lidia, ...

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La feria fallera, recientemente terminada, ha transcurrido por unos cauces de rigor que, por su proyección, la convierten en una de las más interesantes de los últimos años. Bastó con que la autoridad decidiera que el reglamento se cumpla para que la plaza haya dado un importante giro hacia la seriedad y para que los taurinos cmpíecen a temerla.Podrían hablar por sí solos los datos: en las seis corridas falleras se han dado más avisos que orejas (once contra ocho), cuando hasta ahora era siempre al revés. Nada menos que diecisiete subalternos han sido sancionados por infracciones en la lidia, y han sido elevadas a la superioridad propuestas de multa a Manzanares y João Moura.

El taurinismo profesional está que trina, y se explica. Hasta ahora estaba acostumbrado a ir por las ferias, todas las ferias -con excepción de Madrid-, imponiendo sus criterios, sus caprichos y sus abusos. La presidencia solía ser, unas veces, el elemento contemporizador; otras, la, tapadera de sus atropellos, y otras, una garantía de permisividad. Por eso, cuando al llegar a Valencia se han encontrado con un comisario que les impedía campar a su antojo, que mandaba de verdad en la duración del primer tercio, que tiraba de teléfono e imponía sanciones cuando los peones se dedicaban a marear a las reses con el número de la «rueda» de capotes, se echaban las manos a la cabeza o protestaban ostensiblemente; seguían creyendo que este coso era el «coladero.» de años atrás. No se habían enterado del giro que había dado y de que hasta esa misma insolencia con el palco les podía resultar cara, como ocurrió a Manzanares, al que el presidente ha incoado expediente para sancionarle con multa de 100.000 peseta,

Así empezó la historia

Todo empezó allá por el mes de noviembre de 1980, cuando el gobernador civil de la provincia, José María Fernández del Río, dio órdenes al jefe superior de Policía para que se aplicara el reglamento taurino con todas sus consecuencias y propuso la celebración de una mesa redonda sobre la fiesta. Se celebró durante cinco días consecutivos, y a ella asistieron todos los críticos taurinos locales, aficionados, ganaderos, veterinarios, matadores, presidentes de peñas taurinas y demás representaciones de los estamentos del espectáculo. Las conclusiones convergían en su mayoría. en la necesidad de que se restituyera a la plaza de Valencia la seriedad perdida, mediante la aplicación estricta del reglamento, y esto es, sencillamente, lo que puso en práctica el comisario Francisco Corrales, quien, además, ordenó la remisión a Madrid, para examen, de las astas de dos toros de Alvaro Domecq, ótros dos.de Gabriel Rojas y de un novillo de Pablo Romero, por sospechas de haber sido afeitados.

Polémica sobre picadores

La decisión presidencial de ex¡gir que todos los astados acudieran tres veces a los caballos ha suscitado una polémica. De un lado, están quienes, con razón, opinan que no todos los toros admiten las tres varas. Y de otro, quienes son del parecer de que la medida había que adoptarla, en principio sin contemplaciones, para que los diestros intervengan en quites y que no quepa duda de que en lo sucesivo han de lidiarse los toros en toda su integridad física. En realidad, si el presidente hubiera tornado como pauta la fuerza de los, toros, casi ninguno habría pasado del monopuyazo. La advertencia queda hecha, y de aquí en adelinte ningún taurino podrá llamarse a engaño. El toro llamado «comercial» ya no es válido en Valencia, y, la empresa deberá buscar las reses de las siguientes ferias, empezando por la venidera de julio, en a.quellas ganaderías donde haya productos con casta y fortaleza y donde no se tolere el fraude.

El trofeo al triunfador de la feria, que concede el Hogar Castellano-Leonés de Valencia, fue concedido al Niño de la Capea, que obtuvo ocho votos, frente a tres el presidente Francisco Corrales y uno el novillero Pedrito Castillo. Hubo tres votos en blanco. Formaban el jurado los críticos taurinos Vicente Zabala, de Abc; Alfonso Navalón, Pueblo; José Luis Benlloch, Levante; Juan Antonio Jericó, Las Provincias; Pepe Moreno, Diario de Valencia; Francisco Picó, Efe; Salvador Pascual, Aplausos, y Joaquín Vidal, EL PAIS, y los aficionados Manuel Serrano, Antonio López Almenar, Perfecto Guardiola, Enrique Moratalla, Manuel Tornay, José María Aragón y Manuel Pérez López.

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