Reportaje:

Las investigaciones sobre yacimientos de uranio en León, paralizadas desde hace un año

A pesar del contenido de los informes sobre posibles yacimientos de uranio remitidos a la Junta de Energía Nuclear y Presidencia del Gobierno por la Caja de Ahorros de León, ningún nuevo estudio ha sido realizado durante el último año en las zonas afectadas por los mayores niveles de radiación. La ausencia de investigaciones oficiales es también total desde el punto de vista sanitario, sin que se haya dado ninguna explicación sobre los índices de mortalidad por cáncer que parecen detectarse en varias poblaciones situadas sobre fallas o sedimentos radiactivos.

Un portavoz de la Delegació...

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A pesar del contenido de los informes sobre posibles yacimientos de uranio remitidos a la Junta de Energía Nuclear y Presidencia del Gobierno por la Caja de Ahorros de León, ningún nuevo estudio ha sido realizado durante el último año en las zonas afectadas por los mayores niveles de radiación. La ausencia de investigaciones oficiales es también total desde el punto de vista sanitario, sin que se haya dado ninguna explicación sobre los índices de mortalidad por cáncer que parecen detectarse en varias poblaciones situadas sobre fallas o sedimentos radiactivos.

Un portavoz de la Delegación Provincial de Industria, de la- que dependen todas las cuestiones relacionadas con la minería, manifestó a EL PAIS que se carecía de noticias sobre recientes investigaciones de la Junta en las comarcas declaradas hace un año como «reserva a favor del Estado ». Matizó, sin embargo, que este tipo de trabajos se realizan y proyectan por «personal de Madrid» y que sólopor cortesía se comunican a las delegacines de provincias, lo que esta vez no ha sucedido. El mismo portavoz dijo desconocer totalmente el contenido de los informes cruzados entre la caja y la Administración central, que en nigún momento pasaron por la delegación.En parecidos términos se expresaron los responsables de la caja de ahorros, cuyo presidente, Emilio Hurtado, aseguró no haber recibido respuesta alguna de Madrid desde que, junto con varios mimbros del consejo de administración, acudió a entrevistarse personalmente con el propio Suárez. Días después, EL PAIS intentó comunicarse de nuevo con el presidente de la caja para conocer si el Instituto de Investigaciones Palinológicas había detectado nuevos indicios de yacimientos uraníferos, a lo que la secretaria particular respondió que éste «no tenía nada que añadir».

Por lo que respecta a las derivaciones sanitarias del descubrimiento, fuentes oficiosas de la Delegación de Sanidad de León dijeron iualmente que en el último año no se había realizado ninguna investigación sobre mortalidad por cáncer en los pueblos citados por los informes del instituto. También se carecía de información, «pueblo por pueblo», sobre esta enfermedad, por lo que resultaba imposible verificar cualquier indicio al respecto. Tampoco la Delegación Provincial de Estadística disponía de estos datos, según manifestaron sus responsables a EL PAIS, ni la Asociación Provincial de Lucha contra el Cáncer, presidida también por el máximo responsable de la caja de ahorros. Por último, sólo el servicio de anatomía patológica de la residencia Virgen Blanca, de León, perteneciente a la Seguridad Social, contaba con un archivo de las personas fallecidas por cáncer durante las últimas décadas, pero su propio volumen y la carencia de un ordenador impedían la elaboración inmediata de cualquier estadística sobre el tema.

Solamente mediante llamadas telefónicas a los presidentes de las juntas vecinales de los pueblos afectados, EL PAIS pudo acceder a algunos datos. Así, en Solana de Fenar, con unos cien habitantes, el número de fallecidos por esta causa durante los últimos tres años era de otras tantas personas (una muerte por año); en Valmartino, otro pueblo distante más de sesenta kilómetros del primero, el presidente de la junta vecinal, Teófilo García, declaró que, al menos otros tres vecinos habían fallecido por cáncer durante el mismo período de tiempo, sobre una población de poco más de doscientos habitantes. En otros cinco pueblos, sus presidentes se encontraban fuera a la hora de conectar con ellos o carecían incluso de teléfono.

Radiactividad comprobada

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Por lo que respecta a los médicos rurales, varios de ellos reconocieron la existencia de algunos fallecimientos por cáncer en cifras no alarmantes, mientras que otros las calificaron como muy altas con respecto a la media provincial, aunque las atribuyen al régimen alimenticio de los habitantes de estas zonas. Precisamente, el mayor número de casos corresponde a cánceres del aparato digestivo, lo que, según otras hipótesis, obedecería a la concentración de minerales radiactivos en las plantas y animales que luego sirven de base a la alimentación humana.

La ausencia de información oficial contrasta con el contenido de los primeros informes sobre el descubrimiento. Un informador y un fotógrafo de este periódico, acompañados por el doctor Cramer, pudieron comprobar sobre el terreno que las mediciones de radiactividad que figuran en los citados documentos son totalmente correctas. En el Iugar conocido como valle del Olvido, a unos seis kilómetros de La Robla, donde se detectaron los primeros indicios de uranio, un escintilómetro marcaba 150 c. p. s. (pulsos por segundo) en condiciones incluso poco favorables para la medición.

En Solana de Fenar, siguiendo la línea del mineral sedimentario, y a menos de diez metros de una vivienda habitada, se llegó a sobrepasar los 1.000 c. p. s. Esta cifra, en opinión de Cramer, es indicativa de que en la zona el porcentaje de uranio sobre el resto de minerales «es de gramos por kilo», lo que en condiciones normales serviría para calificar el terreno como un yacimiento rentable; sin embargo, los costes sociales que implicaría su explotación -proximidad del pueblo- y el carácter sedimentario del mineral hacen más viable, desde un punto de vista económico, su clasificación como «reserva».

Los yacimientos que ofrecen posibilidades de explotación más inmediata se localizarían, según la misma fuente, en la falla hidrotermal que ha hecho aflorar el uranio «en origen». Así, en la llamada Collada de Cármenes, próxima a la localidad de Villamanín, las mediciones de radiactividad llegan hasta 1.800 c. p. s., y se superan en las proximidades de una mina de cobalto abandonada poco después de la guerra civil -mina La Profunda-, en cuyos alrededores, según pudo comprobar EL PAIS, permanecen abandonados restos de mineral con altos índices de radiactividad. La mina de cobalto se encuentra situada en una zona con numerosas explotaciones, también abandonadas -algunas desde hace siglos-, de plomo (con orígenes radiactivos), cobre, zinc y plata, todos ellos minerales que suelen aparecer en sucesivos niveles junto al uranio.

Según su descubridor, las mineralizaciones de este último metal deben aparecer en forma de pirámide, con un vértice no mayor, en muchas ocasiones, de medio metro cuadrado, lo que dificulta notablemente su localización. En algunos puntos de la comarca de Cármenes, sin embargo, se han realizado mediciones de superficie que dan hasta 8.000 c. p. s., una cifra muy por encima de cualquier garantía «normal» de rentabilidad. El principal problema que se plantea es de tipo ecológico, por cuanto la explotación de algunos yacimientos -por ejemplo, en la zona de Cármenes- obligaría a «inyectar» ácidos para sacar a la superficie el mineral, convirtiendo el paisaje circundante en un desierto de difícil recuperación.

Despidos

Por último, debe señalarse que la ausencia de información durante el último año ha sido también total por lo que respecta al Instituto de Palinología, donde comenzaron las investigaciones. El propio Cramer, junto con su mujer, Carmen Díez, una palinóloga que participó directamente en el descubrimiento, fueron destituidos de sus cargos -el primero como director del centro- coincidiendo con las fe chas de los informes enviados a la Administración,. La razón oficial de los despidos, según una sentencia que ahora está pendiente de apelación ante el Supremo, radica ba en supuestas «ofensas» a un alto ejecutivo de la Caja de Ahorros de León en una memoria de las actividades del Instituto, de circula ción también restringida.

Algunas fuentes, sin embargo, no descartan que la destitución de ambos tuviera como razones de fondo la pugna de diferentes grupos económicos por el control de las investigaciones, cuya importancia convierte a las supuestas «ofensas» en algo puramente anecdótico. Hace un año, EL PAIS tuvo acceso también a la memoria, donde se daba cuenta de las actividades de¡ Instituto durante 1979, que fue filtrada precisamente en función de los primeros indicios sobre yacimientos uraníferos, de los que sólo tenía conocimiento exacto un pequeño grupo de altos cargos de la Caja.

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