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La Bolsa y el golpe

El mensaje de regresión a la fuerza bruta que difundió el medio audiovisual dispuesto en el Congreso ha grabado, de acuerdo con la muy sensible receptividad del espectador en aquellos momentos (Mac Luhan), una conmoción que también tiene, explicablemente, consecuencias inversionistas.La Bolsa ya se hallaba neutralizada ante los acontecimientos que no son específicamente financieros, y por ello su reacción inmediata fue la insensibilidad. Pero pasando los días se observa una huella subyacente en la opinión ahorradora, en lajerarquía y prioridad de los gastos y proyectos de inversion.

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El mensaje de regresión a la fuerza bruta que difundió el medio audiovisual dispuesto en el Congreso ha grabado, de acuerdo con la muy sensible receptividad del espectador en aquellos momentos (Mac Luhan), una conmoción que también tiene, explicablemente, consecuencias inversionistas.La Bolsa ya se hallaba neutralizada ante los acontecimientos que no son específicamente financieros, y por ello su reacción inmediata fue la insensibilidad. Pero pasando los días se observa una huella subyacente en la opinión ahorradora, en lajerarquía y prioridad de los gastos y proyectos de inversion.

La respuesta primaria a una convulsión de este grado es el atesoramiento y aplazamiento de to das aquellas actuaciones, como las inversionistas, que no se relacionan directamente con la valiosa supervivencia. La inversión en Bolsa es ciertamente de las que pueden esperar, y en esta suspen sion, que amenaza detener la larga y penosa marcha hacia la recupe ración de la confianza, nos hallamos. Para concebir y ejecutar una operación financiera es necesaria una climatología más reposada y reflexiva que permita hacer cálculos y ejercitar opciones.

¿Están plenamente justificados estos efectos paralizantes?

No es sorprendente que se ha provocado algún tipo de lesión en el tejido inversionista al comprobar el estado de seguridad de nuestras instituciones políticas. Sin embargo, la persistencia de sus secuelas no se encuentra sólo vinculada al curso futuro de los acontecimientos, sino también a la situación criteriológica de la opinión inversionista, dominada por la confusión y la duda a la hora de valorar los hechos acaecidos.

No se trata de saber quiénes son los más culpables entre los militares o civiles implicados, que es materia de las jurisdicciones compelentes; lo que no tiene claro un sector no reducido de los inversionistas bursátiles es la terapéutica aplicable a los problemas políticos actuales, y cae e n la tentación de atribuir viabilidad y efectividad a estos procedimientos tribales. Tentaciones y dudas más sentidas que confesadas.

Con esta fisura en el enjuiciamiento de los sucesos y sus efectos inversionistas se regresará ala desconfianza en la Bolsa. Porque no es posible construir operacion alguna si no se está seguro que el entorno más apropiado para la Bolsa es el que le resulta más semejante, es decir, aquel en el que la organización de la vida social se rige por la libertad y la información. Y que las eventuales disparidades y tensiones entre la Bolsa y contexto social no desembocan más que en la quiebrw bursátil, como sucedió a partir de 1974.

El recuerdo de los espléndidos sesenta y el alza bursátil no autoriza a deducir estrechas correlaciones, porque la expansión fue en todo el mundo. En cambio, el hundimiento posterior de la Bolsa sí nos alecciona sobre la artificialidad de una parte de aquellas felicidades.

La metodología para la rápida convalecencia y continuación de la confianza en la Bolsa no reside en el cultivo de ambigüedades y temores, sino en la certeza de haber superado con éxito una encrucijada que hubiera llevado, en otro caso, a la inversión bursátil a un callejón sin salida, y que, por consiguiente, no hemos comenzado a caminar lo que tarde o temprano tendríamos que desandar. No hemosempezado a subir lo que tarde o temprano tendríamos que bajar.

El nuevo estilo de planteamiento y resolución de nuestros problemas políticos recién inaugurado está precisamente en los antípodas de la exaltación histriónica del poder fisico que representa el golpe; va a ayudar a levantarse y proseguir la andadura. Pero la energía para continuar tiene que autoganarla el propio ahorrador, y paraello no hay que dudar, no hay que poner una vela a Dios y otra al diablo, no se puede servir a dos señores, no se puede confiar en un orden constitucional y en el otro.

Para la Bolsa, un régimen fundado en la libertad y la información no es una alternativa entre varias, sino el único marco político-social para que su comportanúento no se halle pendiente de un vencimiento personificado. Y este sistema es el que ha salido triunfante. Sin embargo, las convicciones del inversionista quedarán plenamente ratificadas cuando el vacío de autoridad moral y opinión pública que el golpe quiso rellenar aparezcan ocupados por aquellos argumenlos, juicios y seguridades que lo hagan imposible y lo olviden.

José Manuel Núñez-Lagos es agente de Cambio y Bolsa de Madrid.

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