El arquitecto francés Pierre Vago propone soluciones para recuperar las "auténticas" funciones urbanas

«La consecuencia más grave derivada de los problemas que tienen las ciudades de hoy es la ausencia de estructuras que favorezcan el contacto humano entre sus habitantes. Se pierde la personalidad de los barrios y el equilibrio de las funciones. El ciudadano, en definitiva, pierde la conciencia de pertenecer a una ciudad y de que esa ciudad le pertenezca a él». Para Pierre Vago, arquitecto y urbanista francés, presidente de honor de la Unión Internacional de Arquitectos, a quien corresponden estas declaraciones, este problema sólo se solucionará con la participación de los propios vecinos y c...

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«La consecuencia más grave derivada de los problemas que tienen las ciudades de hoy es la ausencia de estructuras que favorezcan el contacto humano entre sus habitantes. Se pierde la personalidad de los barrios y el equilibrio de las funciones. El ciudadano, en definitiva, pierde la conciencia de pertenecer a una ciudad y de que esa ciudad le pertenezca a él». Para Pierre Vago, arquitecto y urbanista francés, presidente de honor de la Unión Internacional de Arquitectos, a quien corresponden estas declaraciones, este problema sólo se solucionará con la participación de los propios vecinos y ciudadanos en la elaboración, discusión y realización de un programa de salvación de la ciudad, especialmente de las zonas históricas o antiguas, que suele coincidir con el centro de las mismas.

Pierre Vago ha expresado estas ideas, que luego ha ampliado para EL PAIS, en una conferencia sobre el tema El hombre para la ciudad o la ciudad para el hombre, que pronunció el pasado día 4 de este mes en un curso organizado por la asociación Hispania Nostra, en Madrid, sobre El año del renacimiento de la ciudad.

Según el arquitecto francés, la consideración de los problemas que afectan a los centros históricos de la mayor parte de nuestras ciudades no puede abordarse si no es desde una postura global, es decir, desde la perspectiva de los problemas de toda la ciudad. «Si el centro de la ciudad está enfermo es porque toda la ciudad está enferma». Los males de las ciudades modernas se deben en buena medida al exceso de vitalidad y crecimiento de las ciudades. «La dimensión es el problema que está en la base de los demás. Las ciudades han llegado a ser demasiado grandes y terminan por ser una masa amorfa en la que las personas pierden su identidad como ciudadanos de un lugar concreto. Es una consecuencia patológica de un crecimiento rápido e incontrolable».

Separación de funciones

Otro de los problemas de nuestras ciudades deriva, según Pierre Vago, del principio de separación de funciones. «Históricamente, una ciudad era equilibrada y armoniosa cuando las funciones también lo estaban. Hoy, debido en parte a condicionamientos demográficos, económicos, tecnológicos, sociológicos y hasta psicológicos, existen graves diferencias de las que resultan tensiones sociales muy graves. Por una parte, se han constituido auténticos guetos industriales acompañados de ciudades-dormitorio, y, por otra, se han instalado en el corazón, en el centro, de la ciudad, los lugares de administración pública o privada o los grandes almacenes. Se produce así la desaparición del contacto humano en el centro de la ciudad. Este ya no es un lugar de encuentros, sino una oficina donde hasta las seis de la tarde se arremolina la gente en el más absoluto anonimato, incluso se pierde el contacto humano con el comerciante, y, a partir de esa hora, las calles del centro quedan solitarias».

«El tráfico, y más concretamente la civilización del automóvil, ha terminado en las ciudades de tradición antigua con las relaciones humanas», explica el arquitecto francés. «Las plazas se han convertido en aparcamientos para coches, y las calles, en puro asfalto para tráfico rodado. Unido a este problema está el de la falta de contacto con la naturaleza. Ya no se trata sólo del hecho de la desaparición de los árboles de las calles, sino sobre todo de que cada día son más exiguos los parques y bosques. Los parques, cada día más degradados, por otra parte, se presentan ya como ineficaces para dar una salida ecológica a tanta aglomeración humana».

Una de las tareas más urgentes, según Pierre Vago, que hay que emprender en los cascos antiguos de las ciudades, es la revitalización de los edificios históricos. «La función de los edificios históricos no sólo debe ser museística, sino que también deben aprovecharse para que desempeñen funciones de vivienda, comercio, lugar de encuentros culturales y sociales, siempre que se puedan acondicionar sin que pierdan las funciones iniciales o más próximas en la historia que tuvieron estos edificios. En estos cascos antiguos debe restablecerse más que en ningún otro lugar el equilibrio de funciones de la antigua ciudad. Pero este restablecimiento de funciones no puede hacerse de una forma artificial.

Una de las principales dificultades que se presentan para la realización de este programa de recuperación de las funciones que de alguna manera se estima como utópica es la sensación de impotencia con que se encuentran los vecinos cuando se les interponen trabas burocráticas, de especulación, económicas y sociales en la tarea de recuperación del centro y de los barrios.

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