Tribuna:SPLEEN DE MADRID

La democracia

No creo que la democracia sea el menos malo de los sistemas para gobernar. Creo que no hay otro. Lo que no es democracia no es gobernar: es mandar.La democracia tiene tan buena prensa (la prensa nace de la democracia) que incluso quienes tratan de fusilarla hablan en nombre de ella. El golpismo universal apela siempre, en sus proclamas primeras, a «instaurar una democracia verdadera». Esta es la primera concesión que hacen al enemigo y por ahí ya están perdidos. Incluso los fascismos, que nacieron tan robustos en los años treinta, querían hacérselo de democráticos. Hitler llegó al poder...

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No creo que la democracia sea el menos malo de los sistemas para gobernar. Creo que no hay otro. Lo que no es democracia no es gobernar: es mandar.La democracia tiene tan buena prensa (la prensa nace de la democracia) que incluso quienes tratan de fusilarla hablan en nombre de ella. El golpismo universal apela siempre, en sus proclamas primeras, a «instaurar una democracia verdadera». Esta es la primera concesión que hacen al enemigo y por ahí ya están perdidos. Incluso los fascismos, que nacieron tan robustos en los años treinta, querían hacérselo de democráticos. Hitler llegó al poder por los votos y Mussolini parecía que iba a instaurar un socialismo. La causa de la democracia está ganada en el mundo desde los griegos, pero lo malo es que nosotros no somos griegos. Ceno con Lucio Muñoz, José Antonio Fernández Ordóñez y Cristóbal Halffter. Ordóñez me cuenta que su hermano Paco ha encontrado un retrato de Indalecio Prieto, por Vázquez Díaz, en los sótanos del Congreso, y lo ha hecho colgar. A lo mejor el cubismo de Vázquez Díaz es lo que precipitó el golpe (en principio pensado para el 21 de marzo: almendros, primavera). No digo que a los golpistas no les guste Indalecio Prieto. Quizá es que no les gusta el cubismo. El cubismo llegaba a España bajo otra democracia militar, por decirlo fino: la del general Primo de Rivera. Los rojos de entonces no eran más que cubistas. El rey don Juan Carlos I no ha caído en el error primorriverista de su abuelo. Don Miguel se mezclaba con el personal en las verbenas del Retiro. Era un autoritario reblandecido por el cubismo, la democracia y la generación del 27.

En mi calendario de cenas con gente importante he cenado al día siguiente con José Luis Aranguren. Aranguren me cuenta una reunión de intelectuales que ha habido para tomar conciencia del rollo histórico y hacer algo. Todo el pasotismo ilustrado, que gracias a la democracia ha podido pasar de democracia y considerar hortera el autorreclutamiento intelectual de otros escritores, ahora se apresura a tomar medidas pedagógicas y cívicas. Del mismo modo que el pasotismo ágrafo poblaba los árboles de Madrid, el día de la manifestación, dando vivas al Rey y la democracia, también el pasotismo ilustrado se anda por las ramas. Lo bueno de la democracia es que es el único sistema político que no se nota, como no se nota el cuerpo cuando hay salud. Los que creían que pasaban, sencillamente estaban viviendo en demócratas, como el que hablaba en prosa sin saberlo. Antonio Tovar, que se ha movido ejemplarmente en la Concienciación del pasotismo ilustrado, me pone unas letras para felicitarme por mi columna sobre el general Gutiérrez Mellado. Decía el escritor Eusebio García Luengo:

-Lo bueno de la guerra era que los amigos nos veíamos más.

Eso está empezando a pasar. Si con la democracia de Suárez los ricos del franquismo empezaron a sacar su dinero de España, en medallas o escapularios, según, con la democracia de Tejero los intelectuales empiezan a sacar su talento adonde siempre: Estados Unidos, Francia, América de habla española. O por lo menos lo proyectan. Parece que en España tenemos que optar siempre entre un catedrático y un guardia. Los dos no caben en este pueblo, forastero. Pero precisamente la democracia es la república natural de los catedráticos y los guardias.

Miguel Romero Esteo me invita al estreno de su Vodevil de la pálida, pálida, pálida, pálida rosa. Yo pienso que la pálida, pálida, pálida, pálida rosa es hoy nuestra democracia. Pero Felipe González hace como que su rosa no ha perdido color y se la brinda generosamente a la solapa del Gobierno. El Gobierno no puede despacharle con un duro como si fuese la florista.

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