El movimiento comunista mundial, dividido ante el 26º pleno del PCUS

Sin haber llegado al cisma, el movimiento comunista mundial se encuentra dividido. Esta es una de las primeras conclusiones que se pueden extraer al margen del 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que comienza el próximo lunes.Ayer, el pleno del Comité Central del PCUS se reunió para aprobar los informes que Leónidas Breznev presentará al congreso.

En los cinco años transcurridos desde que finalizara el 25º Congreso del PCUS han aumentado las distancias entre los partidos comunistas de Europa occidental y el PC soviético.

Cuando el lunes Breznev interv...

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Sin haber llegado al cisma, el movimiento comunista mundial se encuentra dividido. Esta es una de las primeras conclusiones que se pueden extraer al margen del 26º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que comienza el próximo lunes.Ayer, el pleno del Comité Central del PCUS se reunió para aprobar los informes que Leónidas Breznev presentará al congreso.

En los cinco años transcurridos desde que finalizara el 25º Congreso del PCUS han aumentado las distancias entre los partidos comunistas de Europa occidental y el PC soviético.

Cuando el lunes Breznev intervenga para abrir el 26º Congreso, en las filas de los invitados estarán ausentes los líderes comunistas de España, Francia e Italia, no así el portugués, Alvaro Cunhal. En cambio, la participación tercermundista será más amplia y entusiasta que nunca.

En los últimos días han pasado por la sala de Prensa en 15: que trabajan estos días los periodistas occidentales los líderes comunistas de Colombia, Venezuela y Argentina. Todos ellos coincidieron en criticar duramente el eurocomunismo. Ayer, Athos Fava, secretario general del PC argentino, pronunciaba unas duras palabras sobre los partidos comunistas de Europa occidental: «El eurocomunismo está ya en el otoño de su existencia y no tiene ninguna validez en Latinoamérica. El marxismo es indivisible».

Los acontecimientos que han rodeado a la U RSS, en los últimos cinco años marcaron más aún las distancias con los comunistas euroccidentales. Desde que en 1968 se elevaran las primeras críticas contra la invasión de Checoslovaquia, hasta las fuertes condenas de enero de 1980 contra la invasión de Afganistán, el foso ha ido aumentando. Al final del año pasado, el viaje a China del líder comunista español, Santiago Carrillo, llegó a poner en entredicho no sólo una acción concreta de Moscú, sino toda su filosofía sobre política exterior.

Sólo el dirigente francés Georges Marchais ha seguido apoyando abiertamente las posiciones soviéticas, y, a pesar de ello, también estará ausente en este 26º Congreso.

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Esta situación, sin embargo, no parece preocupar a los dirigentes del Kremlin, que cada día tienen más interés y posibilidad de negociar y entenderse de Estado a Estado con los países euroccidentales sin el intermedio de los partidos comunistas de esa zona del mundo, que, por otro lado, ahora son más débiles que hace cinco años y tienen menos probabilidades de alcanzar el poder.

Cuidar Asia

Muy diferente es, en cambio, la relación con otros partidos comunistas del mundo. En Asia, la URSS mina su colaboración con el triángulo formado por Vietnam, Laos y Camboya, y sigue luchando por mantener su influencia en Afganistán.Ayer precisamente el líder afgano Babrak Karmal participaba durante varias horas en una conferencia de Prensa con periodistas de todo el mundo y reiteraba de nuevo su adhesión a la URSS.

Desde hacía dos días, la anunciada presencia de Karmal en la sala de Prensa del 26º Congreso había levantado gran expectación entre los corresponsales occidentales acreditados en Moscú. Sin embargo -como era de temer-, sus palabras no añadieron argumentos nuevos.

El líder de Afganistán insistió en que está dispuesto a «negociar con Irán y Pakistán, en un ambiente pacífico y amistoso, siempre que no existan condiciones previas y cese la injerencia extranjera».

Karmal -sonriente, enérgico y vestido de oscuro- rechazó también la propuesta hecha recientemente por Giscard d'Estaing sobre una conferencia internacional en torno a Afganistán.

«Pienso», dijo, «que Giscard es una persona razonable y con buenos deseos, que no pretende aumentar nuestras dificultades. Pero ya dijimos que rechazaríamos cualquier propuesta que trate de internacionalizar el conflicto y que esté hecha al margen de la voluntad del pueblo afgano».

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