Ha muerto el bailarín y coreógrafo Vicente Escudero

El bailarín y coreógrafo vallisoletano, de raza gitana, Vicente Escudero, falleció ayer en Barcelona, a los 92 años de edad. El fallecimiento se produjo a consecuencia de un proceso hemipléjico, consecuencia de una embolia, que le dejó paralizado de medio cuerpo, y que la semana pasada se complicó con una gripe, lo que le tuvo en coma durante 48 horas. La noche del sábado pasado salió del estado de coma y pareció recuperarse, hasta el punto de que pudo recibir al alcalde de Valladolid, Tomás Rodríguez, y al concejal de Barcelona Lluis Reverter.Vicente Escudero vivía desde hacía diecisiete años...

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El bailarín y coreógrafo vallisoletano, de raza gitana, Vicente Escudero, falleció ayer en Barcelona, a los 92 años de edad. El fallecimiento se produjo a consecuencia de un proceso hemipléjico, consecuencia de una embolia, que le dejó paralizado de medio cuerpo, y que la semana pasada se complicó con una gripe, lo que le tuvo en coma durante 48 horas. La noche del sábado pasado salió del estado de coma y pareció recuperarse, hasta el punto de que pudo recibir al alcalde de Valladolid, Tomás Rodríguez, y al concejal de Barcelona Lluis Reverter.Vicente Escudero vivía desde hacía diecisiete años en Barcelona, al lado de la familia del doctor Sola, cuya esposa, María Márquez, sobrina nieta del torero Gallito, fue discípula y compañera artística del fallecido bailarín. El último deseo de Vicente Escudero fue el de morir y ser enterrado en Valladolid. El diario El Norte de Castilla lanzó una llamada pidiendo ayuda, y el Ayuntamiento vallisoletano acudió en apoyo de la campaña, y se hará cargo del entierro, preparando asimismo un homenaje al gran bailarín.

Autor del Décalogo del buen bailarín, coreógrafo e intérprete de ballets de Falla y Albéniz, formó compañía con Carmita García y Ana de España, alcanzando fama universal con su montaje de El amor brujo, de Falla. Aunque especialista en flamenco, poseía un gran conocimiento de las escuelas clásicas de baile español, y se le consideró, por el clasicismo, austeridad y sobriedad de sus interpretaciones como la figura masculina más destacada de la danza española. En 1931 alcanzó un gran éxito en Londres en un homenaje a la Pavlova, y recorrió en triunfo los escenarios de Europa y América.

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