Crítica:"POP"

Antiguo, "ye-ye", divertido grupo Clavel y Jazmín

Ayer y anteayer se dieron las actuaciones de Clavel y Jazmín en la nostálgica y recuperada sala J & J. Un día antes el grupo se presentaba de manera íntima para sus amigos cercanos y medios de comunicación variados. Sólo que Clavel y Jazmín deben tener unos relaciones públicas imposibles, porque aquello estaba absoluta y totalmente de bote en bote. De manera que tenían una audiencia favorable.Se presentaban bajo la firma de Juan de Pablos, un hombre que ha hecho de su programa, Flor de pasión, el centro de todas las nostalgias vivas, sensibles, sufrientes y divertidas de Madrid. Que es ...

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Ayer y anteayer se dieron las actuaciones de Clavel y Jazmín en la nostálgica y recuperada sala J & J. Un día antes el grupo se presentaba de manera íntima para sus amigos cercanos y medios de comunicación variados. Sólo que Clavel y Jazmín deben tener unos relaciones públicas imposibles, porque aquello estaba absoluta y totalmente de bote en bote. De manera que tenían una audiencia favorable.Se presentaban bajo la firma de Juan de Pablos, un hombre que ha hecho de su programa, Flor de pasión, el centro de todas las nostalgias vivas, sensibles, sufrientes y divertidas de Madrid. Que es de lo que iba el espectáculo. Por allí iban a salir, como en el Qualsevol Nit..., de Sisa, toda una serie de personajes, esta vez musicales, y se podía ver bailar a Adamo con Gigliola Cinquetti, a Los Llopis con Françoise Hardy y a Cliff Richard con Paco, que es el cantante de Clavel y Jazmín.

Sí, porque Paco se queda con el personal y con unas flores en el pelo que nunca jamás se le caen. Y bajo las gafas, una barba rellena de pelos. Y vacila como un loco, saluda a sus amigos, que para eso están.

El grupo parece sacado de una fiesta de pueblo (las orquestas de pueblo hoy día son de lo más profesional y organizado que hay en el rock-pop-tachunda de nuestro país), y, por tanto, son capaces de hacer lo que se los eche, desde un twist hasta un ska con la misma soltura y un respeto a la tradición del género encomiables.

Todo, además, respiraba un ambiente de presentación en vías de desarrollo (el tono medio suele ser de un cutre obligado), los músicos vestían apropiadamente y bien, el sonido era bueno, había trabajo y todo el mundo (unos trescientos) era invitado. Habían echado la casa por la ventana con un final poco claro. Porque es cosa de preguntarse si Madrid es el sitio capaz de sostener a una banda semicabaretera y nostálgica. Así, al pronto, y después de haber visto cómo lo hacían bien, uno pensaría que no hay futuro. Luego pasa que esta gente se dirige a un público específico, pero militante, y que sobre eso tal vez pudieran convencernos a todos de que efectivamente son algo excitante. Hoy por hoy, Clavel y Jazmín se lo montan muy bien y si te pillan con el día bueno puede uno pasárselo tan ricamente con ellos. Es mucho más de lo que suele suceder.

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