Crítica:

El "rock " eficaz de Moncho Alpuente y los Kwai

Moncho Alpuente y los Kwai es un grupo que progresa, o al menos esa impresión dieron ayer y el pasado viernes, cuando actuaron en el discotequero ambiente del club Carolina. En su primer recital, esta gente iba poco menos que de acústica, pasaron luego por una etapa más bien sosa, y se encuentran ahora en el preciso momento en que su trabajo tendrá que definirse con una cierta claridad.Por lo pronto, el grupo sonaba sorprendentemente para lo que suele ser habitual. Y no sólo es que sonara bien, es que lo hacían bien, con arreglos majos, bien tocados y todo lo demás. Una vez dejado ese p...

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Moncho Alpuente y los Kwai es un grupo que progresa, o al menos esa impresión dieron ayer y el pasado viernes, cuando actuaron en el discotequero ambiente del club Carolina. En su primer recital, esta gente iba poco menos que de acústica, pasaron luego por una etapa más bien sosa, y se encuentran ahora en el preciso momento en que su trabajo tendrá que definirse con una cierta claridad.Por lo pronto, el grupo sonaba sorprendentemente para lo que suele ser habitual. Y no sólo es que sonara bien, es que lo hacían bien, con arreglos majos, bien tocados y todo lo demás. Una vez dejado ese punto más o menos claro, lo que también resultaba cristalino es que los momentos en que mejor se lo pasó el personal era cuando el grupo se metía por la senda del rock, y más concretamente del rock duro, como en una canción nueva llamada Vicios, o algo así. Y es que la combinación del rock pesado con las letras poco habituales de Moncho, pueden resultar en algo chocante, pero efectivo. Aún más, cuando el grupo iba recordando su elepé y sus ágiles saltos por la salsa del reggae, la cosa se venía abajo, más que nada porque hacía falta esforzarse para cambiar de rollo sin razones que lo justificaran. Y es que estas variaciones en los estilos, tienen sentido y caen con justeza cuando el grupo tiene un sonido claro y definido que sirva como unión entre las partes. Cosa que no pasaba con Moncho y los Kwai, más empeñados en ajustarse a los diferentes ritmos que por lograr ese sonido. Eso sí, la actuación estuvo decente, y todas las críticas vienen dadas sobre todo porque podía estar mucho mejor.

Retales

También esta semana actuaron en el misma local dos grupos verdaderamente pintorescos. El primero se llama Retales, nombre que casi todos creíamos relacionado con un cierto eclecticismo musical o con el hecho de que los músicos provengan de otros grupos. Pero cuando se ve salir a Retales la cosa ya entra en los terrenos del humor negro. Porque resulta que el guitarra solista y el bajo del grupo son dos minusválidos que dejaron al personal con la boca abierta, Este raro sentido del humor se correspondía con su música. Y es que Retales va del pop al rock duro, con el menor respeto y poco ensayo, sin centrarse demasiado en algo concreto, un poco como los Kwai, pero sonando mucho peor.

Quien sí se lo montó muy bien fue el grupo PVP. Una gente, que apenas ha tocado junta, pero que tienen buenas canciones, que las saben hacer y que, además, muestran una presencia fuerte. Hacen básicamente rock, más o menos Punkie, con restos de reggae, tienen un bajista y un batería espectaculares y un guitarra solista que, cuando no «puntea, es una mina. Además, el cantante, más Punkie que nadie y con un gran sentido del espectáculo.

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