Tribuna:

La visita de Pérez-Llorca a Marruecos, réplica a las presiones del Polisario

El único objetivo político de la reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, a Marruecos ha sido el de demostrar al Frente Polisario que España no acepta presiones como las que los saharauis intentan articular manteniendo como rehenes a cuarenta pescadores españoles, quince de ellos desde hace ya varios meses. El resto de los temas bilaterales tratados en Rabat y en el palacio de Ifane, de Hassan II, no parecen haber encontrado en este encuentro ninguna solución inmediata.Al término de su visita oficial, Pérez-Llorca declaró en Rabat que España desea mantener s...

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El único objetivo político de la reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores, José Pedro Pérez-Llorca, a Marruecos ha sido el de demostrar al Frente Polisario que España no acepta presiones como las que los saharauis intentan articular manteniendo como rehenes a cuarenta pescadores españoles, quince de ellos desde hace ya varios meses. El resto de los temas bilaterales tratados en Rabat y en el palacio de Ifane, de Hassan II, no parecen haber encontrado en este encuentro ninguna solución inmediata.Al término de su visita oficial, Pérez-Llorca declaró en Rabat que España desea mantener su actitud equilibrada en la zona del Sahara, a la vez que advertía que «una de las partes» -referencia a los saharauis- se estaba alejando, por iniciativa propia, de dicho equilibrio. El Gobierno español insiste en que el proceso del Sahara no ha concluido y que falta la autodeterminación saharaui. Esta actitud hispana es la que irrita a Marruecos y provoca reacciones bastante violentas, como la que se reflejó en unas recientes declaraciones del rey Hassan. En el curso de la visita del ministro español, el tema sahariano ha pasado con suavidad o casi inadvertido, por lo que el conflicto no afloró. Se quiso, ante todo, dar la impresión de cordialidad y de que los debates se centraban en los temas bilaterales. Todo ello servía a Marruecos para acercar, al menos en imagen, España a sus posiciones y a la parte hispana para afirmar que Marruecos ya acepta como normal la actitud equidistante de Madrid frente a la crisis del Sahara.

En el plano bilateral, nada concreto ha surgido de la visita. El propio ministro ha hablado de resultados intangibles, refiriéndose a las consabidas frases de ambiente cordial, sincero, etcétera. Falta por conocer, desde luego, el contenido del diálogo que el titular de Exteriores mantuvo con el rey Hassan II.

De todas maneras, se ha comprobado que Marruecos ha conseguido avances en sus posiciones tradicionales al aceptar la parte hispana el principio de «globalización» de las relaciones. Ello permite mezclar en un saco todos los temas, sin separar lo económico de lo político, lo que no beneficia a la parte española si se tienen en cuenta la dificultad y variedad de temas tan dispares como Sahara, Ceuta y Melilla, pesca, naranjas y balanza comercial. Asimismo Marruecos ha conseguido establecer -aunque sin fecha definitiva- un marco para la visita oficial de Hassan II a España en primavera, así como una actitud bastante flexible de la Administración hispana sobre la cuestión del túnel del estrecho de Gibraltar, aunque en Madrid este proyecto se sitúa a veinte años vista y sin ningún entusiasmo político. A cambio no se ha traído de Rabat ninguna garantía sobre apresamientos de pesqueros ni sobre la conclusión de un acuerdo definitivo de pesca o la eliminación de posibles presiones en torno a las plazas norteafricanas de España o sobre la crisis del Sahara.

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