Crítica:

Actuaciones de Alaska y los Pegamoides

El pasado miércoles, con los grupos Escaparate y Alaska y los Pegamoides, se abrió la temporada de conciertos en el Sol, sala de conciertos madrileña. Bien es cierto que el local, cuando hay actuaciones, se convierte por el mismo precio en una sauna algo achuchada; pero bueno está que por lo menos haya algún sitio para la música en vivo.El primero en salir al pequeño escenario fue un grupo prácticamente inédito, llamado Escaparate, un trío de rock-chaqueta-de-cuero que, desde un primer momento, comenzó a atronar. Y lo hizo con canciones cortas, letras interesantes y ritmos, en lo que cu...

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El pasado miércoles, con los grupos Escaparate y Alaska y los Pegamoides, se abrió la temporada de conciertos en el Sol, sala de conciertos madrileña. Bien es cierto que el local, cuando hay actuaciones, se convierte por el mismo precio en una sauna algo achuchada; pero bueno está que por lo menos haya algún sitio para la música en vivo.El primero en salir al pequeño escenario fue un grupo prácticamente inédito, llamado Escaparate, un trío de rock-chaqueta-de-cuero que, desde un primer momento, comenzó a atronar. Y lo hizo con canciones cortas, letras interesantes y ritmos, en lo que cualquier variación era un lujo innecesario. Por poner algún ejemplo, lo más cercano a Escaparate son Los Ramones, y como además sonaron francamente bien, su corta actuación dejó a los húmedos asistentes con ganas de más. A falta de grandes goyerías instrumentales, el grupo lo tiene clarísimo y eso se nota para bien.

Luego salieron Alaska y los Pegamoides, en quienes se aprecia un avance cierto de actuación en actuación. Como siempre, Alaska salió hecha un cromo, con su pelo a dos colores y la vestimenta en plan arco iris de plástico barato. Para algunos esa es una estética nueva e interesante, mientras que para otros aquello es la recuperación de algo tan antiguo como el ambiente de barra americana o de barrio chino, pero en versión rock. Como decía, el grupo funciona cada vez mejor, fruto evidente de los ensayos, pero lo que de ninguna manera tiene remedio es la voz de Alaska, que se va con el tono por los cerros de Ubeda, a pesar de que el técnico le aplicaba en ocasiones el conocido recurso del eco para ver si la cosa se disimulaba. Pero ni así.

El problema es que, como estamos acostumbrados a no exigir prácticamente nada y la presencia de Alaska es, cuando menos, chocante, la gente traga lo que le echen y pasa ampliamente de consideraciones técnicas. Tanto mejor para los Pegamoides.

Por cierto que el anunciado concierto de Mike Oldfield en Madrid tendrá lugar el día 23 en el Pabellón del Real Madrid.

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