Xavier Cugat sigue internado en una clínica de Barcelona

El conocido músico Xavier Cugat, de ochenta años de edad, sufrió anteanoche una insuficiencia coronaria aguda, a consecuencia de la cual permanece internado en la clínica Quirón, en Barcelona. Cugat se encontraba en compañía de una joven en una habitación del hotel Ritz, cuando sintió varios pinchazos en el pecho y decidió acudir a la citada clínica.

Cugat se encontraba en Barcelona desde hace aproximadamente un mes y medio. La mayor parte de su estancia transcurrió en la Costa Brava, en la fastuosa mansión de Enrique Sabater, el polémico secretario particular de Dalí.

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El conocido músico Xavier Cugat, de ochenta años de edad, sufrió anteanoche una insuficiencia coronaria aguda, a consecuencia de la cual permanece internado en la clínica Quirón, en Barcelona. Cugat se encontraba en compañía de una joven en una habitación del hotel Ritz, cuando sintió varios pinchazos en el pecho y decidió acudir a la citada clínica.

Cugat se encontraba en Barcelona desde hace aproximadamente un mes y medio. La mayor parte de su estancia transcurrió en la Costa Brava, en la fastuosa mansión de Enrique Sabater, el polémico secretario particular de Dalí.

Cugat nació en Gerona en 1901. Se trasladó con su familia a La Habana y posteriormente a Estados Unidos. En 1936 formó orquesta propia y se convirtió en el principal divulgador del llamado estilo tropical. Su mejor etapa va ligada al nombre de la actriz Abbe Lane -con quien estuvo casado- y con la que actuó desde 1952 hasta 1967. Ha participado en numerosos filmes, en Hollywood.

Ha actuado preferentemente en casinos y salas de fiestas de Las Vegas -la matrícula de su Rolls Royce es Cugat-Nevada-, a menudo por encargo de dirigentes de la Mafia.

Así, en 1978, declaraba a la revista Fotogramas: «Actúo gracias a la Mafia, porque la Mafia controla todos los espectáculos en EE UU. Si usted canta en Las Vegas, pues está usted cantando para la Mafia». Y continúa: «Yo conocí a Al Capone. Me estuvo pagando durante tres años, pero eso no significa que yo llevara revólver ni que matara niños. El Copacabana de Nueva York pertenecía a Lou Costello. El me llamaba a mí Cugui, y me pagaba, pero no me daba la metralleta para que a cambio cometiera un atraco».

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