Diplomáticos soviéticos, acusados de injerencia en asuntos portugueses

La intromisión en los asuntos internos de Portugal a través del partido comunista y su central sindical ha sido la causa que indujo al Gobierno de Lisboa a expulsar a cuatro diplomáticos soviéticos.El ministro portugués de Asuntos Exteriores explicó ayer los motivos de la expulsión: «Han cometido acto de injerencia en zonas particularmente sensibles del territorio», dijo Freitas do Amaral, refiriéndose a la zona del Alentejo, zona agrícola donde los agricultores, apoyados por el partido comunista, se oponen a la aplicación de la reforma agraria.

Por otra parte, el ministro les acusa de ...

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La intromisión en los asuntos internos de Portugal a través del partido comunista y su central sindical ha sido la causa que indujo al Gobierno de Lisboa a expulsar a cuatro diplomáticos soviéticos.El ministro portugués de Asuntos Exteriores explicó ayer los motivos de la expulsión: «Han cometido acto de injerencia en zonas particularmente sensibles del territorio», dijo Freitas do Amaral, refiriéndose a la zona del Alentejo, zona agrícola donde los agricultores, apoyados por el partido comunista, se oponen a la aplicación de la reforma agraria.

Por otra parte, el ministro les acusa de haber intervenido en el funcionamiento de servicios públicos esenciales, coartando de este modo las libertades individuales.

Estos diplomáticos, que tienen orden de abandonar el territorio portugués en el plazo de cinco días, ocupaban puestos de cierta importancia en la Embajada soviética en Lisboa. Según fuentes soviéticas, Albert Matvev y Alexandre Koulaguine, destinados en Lisboa desde 1974, habían acabado recientemente su misión en este país y se disponían a abandonar Portugal. Los nombres de los otros dos expulsados son Vladimir Konaiev y Yuri Seminitichev.

La decisión, adoptada por el Consejo de Ministros, se puede considerar como una consecuencia de la política de distanciamiento adoptada por el Gobierno de Sa Carneiro hacia la URSS desde su llegada al poder, y reforzada sensiblemente a partir de la intervención soviética en Afganistán. Recientemente se habían negado visados portugueses a varias delegaciones de la URSS que deseaban visitar Portugal. A partir de este incidente, se comenta en medios diplomáticos de Lisboa que el Gobierno portugués presionará a las autoridades soviéticas para que reduzcan la numerosa delegación que mantiene en este país.

La Prensa portuguesa aduce una causa más, que no ha sido citada en medios oficiales. Además de denunciar a los soviéticos expulsados como «conocidos agentes del KGB», el periódico conservador Correio da Manha comenta que la policía secreta soviética transformó Portugal en «plataforma de acciones subversivas contra el continente europeo, Africa del Norte y los archipiélagos atlánticos».

Por otra parte, también se habla de la baza que puede significar para Sa Carneiro esta decisión a seis semanas de las elecciones legislativas del 5 de octubre.

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El primer ministro ha sido objeto desde hace años de duros ataques por parte del partido comunista, en lo relativo a la situación financiera, y estos ataques se incrementan con la proximidad de las elecciones. La izquierda portuguesa lleva tiempo hablando de un Watergate portugués. Ahora, Sa Carneiro, saca a relucir un Watergate rojo, con lo que su decisión del miércoles le sirve para contestar a los ataques de la oposición.

El partido comunista ha reaccionado, como era de esperar, ante estos acontecimientos. En un comunicado hecho público en su órgano, O Diario, el PCP indica que el Gobierno castiga a los soviéticos, pero «permite todo tipo de injerencias de los países capitalistas».

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