Murió el "cantaor" sevillano Pepe el de la Matrona
El cantaor flamenco José Núñez Menéndez, Pepe el de la Matrona, murió en la noche del viernes, a los 93 años, en la Ciudad Sanitaria Provincial de Madrid, a causa de una enfermedad de los bronquios. Ha sido calificado por la crítica como uno de los mejores intérpretes del cante jundo de todas las épocas.Pepe el de la Matrona nació el 4 de julio de 1887, en Triana (Sevilla); fue asesor técnico de flamenco en la comisión de la Unesco de, nuestro país. Estuvo en la Sorbona de París, como profesor de flamenco, y viajó a numerosos países árabes, en un intento de identificación ...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
El cantaor flamenco José Núñez Menéndez, Pepe el de la Matrona, murió en la noche del viernes, a los 93 años, en la Ciudad Sanitaria Provincial de Madrid, a causa de una enfermedad de los bronquios. Ha sido calificado por la crítica como uno de los mejores intérpretes del cante jundo de todas las épocas.Pepe el de la Matrona nació el 4 de julio de 1887, en Triana (Sevilla); fue asesor técnico de flamenco en la comisión de la Unesco de, nuestro país. Estuvo en la Sorbona de París, como profesor de flamenco, y viajó a numerosos países árabes, en un intento de identificación y búsqueda de las raíces de la actual música andaluza.
Fue, por otra parte, uno de los primeros cantaores que acercaron el estilo y entendimiento del arte jondo a los ambientes culturales. Pronunció conferencias en diversas universidades y en colegios mayores.
Llevaba 74 años viviendo en Madrid, y, a pesar de su avanzada edad, siguió trabajando, hasta que hace unos días fue internado en el hospital provincial en estado comatoso.
Aquejado de los bronquios, la crisis final le había sobrevenido, entre otras causas, por no haber dejado de fumar, «de esta vida terrible que he llevado; no me ha faltado más que fumarme los dedos de Fidel Castro», había comentado, sarcásticamente, en una ocasión.
La figura de José Núñez Menéndez permitió al cante jondo traspasar el umbral del pasado siglo y manifestarse con esplendor en el presente.