FERIA DE SAN ISIDRO: QUINTA CORRIDA

Vidrié, triunfador por su arte y sobriedad

La corrida de rejones, además de una gran expectación, traducida en un lleno total, ha propiciado la tarde más interesante de la feria hasta hoy. Tal vez el presidente Pajares se excedió en la concesión de trofeos, pero la verdad es que el público vibró de emoción durante la lidia, con unos toros encastados, fuertes y con unos rejoneadores plenos de afición y deseos de triunfo. Manuel Vidrié, con su arte sobrio y técnico, sin concesiones, fue el gran triunfador en una tarde memorable para él. Moura, genial y espectacular, hizo levantar al gentío de sus asientos. Domecq, esforzado y pundonoroso...

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La corrida de rejones, además de una gran expectación, traducida en un lleno total, ha propiciado la tarde más interesante de la feria hasta hoy. Tal vez el presidente Pajares se excedió en la concesión de trofeos, pero la verdad es que el público vibró de emoción durante la lidia, con unos toros encastados, fuertes y con unos rejoneadores plenos de afición y deseos de triunfo. Manuel Vidrié, con su arte sobrio y técnico, sin concesiones, fue el gran triunfador en una tarde memorable para él. Moura, genial y espectacular, hizo levantar al gentío de sus asientos. Domecq, esforzado y pundonoroso, cortó la primera oreja de la feria, gracias al garbo de su caballo Opus 77. Bohórquez tampoco desentonó del cuarteto, con su lidia eficaz y a ratos inspirada.Vidrié paró magistralmente en los medios a su toro. Con temple y técnica le hizo desistir de tablas y clavó los rejones de castigo con precisión y eficacia. Sobrio y torero, sin concesiones a la galería, se lució en banderillas, clavando siempre al estribo y en los medios. Recurrió a lo fácil en un par a dos manos por los adentros sin levantar los brazos. Acabó torerísimo con un par de las cortas de dentro afuera y un rejón de muerte arriba, que mata sin intervención de los peones. Vidrié, con su arte sobrio, barrió y se llevó de calle a la afición.

Plaza de Las Ventas

Quinta corrida de feria. Toros de Fermín Bohórquez aceptables de presencia, con casta y nobles; destacó el segundo, bravo y encastado. Fermín Bohórquez: silencio. Alvaro Domecq: oreja. Manuel Vidrié: dos orejas. João Moura: oreja protestada. Por colleras, Bohórquez y Vidrié: silencio. Domecq y Moura: vuelta al ruedo.

Moura entusiasmó con sus galopes de costado a dos dedos de los pitones del toro, con su espectacular caracoleo y los cambios en la cara yendo de frente a la res. Pero abusó de galopar por los terrenos de dentro y estuvo muy impreciso al clavar. Hay que destacar que numeroso público protestó por ver sangre en los ijares de las cabalgaduras, pero ni una sola vez fue tocado por los toros, sino producto de su picada de espuelas, excesivamente dura.

Domecq paró a su toro en tablas con eficacia y torería, para después clavar rápldo y por sorpresa. Bien y espectacular en banderillas, ayudado por la gran clase de su caballo Opus 77, pero con abuso de galopes y entradas por los adentros.

Bohorqués estuvo fácil y torero, con afán de triunfo y esforzado en banderillear al cambio y en templar en galopadas de costado.

Por colleras Domecq y Moura se superaron en emocionante competencia que gustó mucho al público. -Bohórquez y Vidrié no se compenetraron y apabullaron a la res con sus pasadas por sorpresa.

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